LIBRURAS: Autores (noviembre)

Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado

Este retrato es de “la cubanita que nació con el siglo”rene mendez
Renée Méndez Capote

Escribió durante más de sesenta años  pero no fue hasta después del triunfo revolucionario y a partir de la primera edición de Memorias de una cubanita que nació con el siglo,en 1963, que la ganamos   definitivamente para la literatura juvenil.

Nació en La Habana, el 12 de noviembre de 1901en el seno de una familia cubana muy acomodada, rodeada de un ambiente selecto en el que se le daba la mayor importancia a las manifestaciones artísticas y culturales.

Si bien sus Memorias…fueron escritas para adultos, los jóvenes han sido los mayores destinatarios. Ellos devoran sin tedio sus páginas por la maravilla de la sincera evocación de tiempos pasados, coloniales y republicanos que todos debiéramos conocer a través de su sano humor y refinado encanto.

Relatos heroicos y Episodios de la epopeya, son libros que no envejecen, se han enfrentado al tiempo y han vencido porque el núcleo de las historias es verídico y el resto es la artística y jocosa tela de araña donde esta voz de abuela nos atrapa para que escuchemos la voz de nuestra tierra amada.

Estas obras mencionadas las pueden hallar en nuestra Biblioteca Pública Provincial Rubén Martínez Villena y además:

Dos niños en la Cuba colonial, De la maravillosa historia de nuestra tierra, Un héroe de once años, 4 conspiraciones, Fortalezas de La Habana colonial, Costumbres de antaño, Che, comandante del alba, El tráfico infame, Por el ojo de la cerradura, Lento desarrollo de la Cuba colonial, Cuentos de ayer, Amables figuras del pasado, El niño que sentía crecer la hierba, A varadero en carreta, Historia de niños y animales y Locura de amor. Homenaje. (Selección e introducción: Esteban Llorach Ramos).

TUSITALA, “EL CONTADOR DE HISTORIAS”robrt

Robert Louis Stevenson (1850, Escocia-1894, Samoa), el infatigable escritor y viajero, cumpliría ahora 170 años.

Este niño, valiente, esforzado y enfermo, que confinado en su cama jugaba con soldaditos de latón, fue bautizado con el nombre de Robert Lewis Balfour Stevenson. Cuando fue hombre, sus amigos lo llamaron Louis Stevenson. Suyos son relatos inolvidables como La Isla del Tesoro y Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por fortuna sus padres pudieron, desde su nacimiento, viajar en busca de climas apropiados para la salud del niño. No podía soportar los fríos inviernos de su natal Edinburgh debido a la tuberculosis. Desde su cama escuchaba a su niñera que encendía su imaginación leyéndole libros como: Jack Tres Dedos, ¡el terror de Jamaica!

La enfermedad lo alejó de la idea de convertirse en ingeniero u hombre de leyes, pero quizás lo llevó a escoger la carrera literaria que le permitía escribir a pesar de fiebres intermitentes, incómoda tos o dificultad para hablar. Por supuesto, Stevenson no estuvo siempre tan enfermo. El habla en relatos de sus viajes en canoa por Francia y Bélgica: “Viaje tierra adentro” (1878) y por tierra con un burrito: “Viajes en burro por las Cevannes” (1879).

Por esa época encontró a la mujer que amaba, Fanny Osbourne, una estudiante de pintura de la que se enamoró locamente. Era diez años mayor que él, estaba separada  y tenía dos hijos. Tras un tiempo juntos, ella tuvo que partir a Estados Unidos. En 1879 Louis lanzó el sentido común al viento y la siguió, primero cruzando el Atlántico, luego siguió hacia San Francisco, viajando como el más pobre de los inmigrantes porque sus padres desaprobaban  su aventura. Su salud sufrió mucho por estas travesías marítimas, pero ganó una esposa, que probó ser también una excelente enfermera y una compañía ideal. Se casaron en 1880. Tras su matrimonio, el éxito de sus libros le permitió dejar atrás las penurias económicas.

Durante años Stevenson vivió en América junto al lago Saranac, el famoso  sanatorio y en la soleada California. Más tarde él y su familia recorrieron medio mundo tras cruzar el Océano Pacífico y se establecieron finalmente en Apia, una de las islas de Samoa, donde vivieron hasta la muerte del escritor en 1894. Su amada casa Vailima, fue una mansión donde Stevenson era considerado como un rey por los nativos que lo amaban y le servían. Para ellos su nombre era “Tusitala” que significa contador de historias.

Cumpliendo su última voluntad,  ellos abrieron un paso en la ladera y hasta la cima de una montaña. Cuarenta hombres fuertes, se turnaron para conducirlo hasta donde descansa su cuerpo. Cuentan que miles de personas lloraron su muerte, aunque nadie tanto como el ciego leproso de Molokoi, dando un ejemplo de comunicación y respeto intercultural que hoy nos es tan necesario. Una losa señala el lugar. En uno de sus costados y en idioma samoano puede leerse: La tumba de Tusitala. En el otro, en inglés, el epitafio escrito por él:

Bajo el inmenso y estrellado cielo
Cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero
Pero al caer quiero haceros un ruego:
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde deseó yacer;
De vuelta en el hogar está el marinero
De vuelta del mar.
Y de vuelta del monte está el cazador.

La Isla del Tesoro es un clásico que ha fascinado a niños y adultos precisamente porque Stevenson sabe crear una fuerte tensión narrativa y una galería de personajes impactantes.

 Estas tres ediciones puedes hallarlas en la Sala Juvenil de la nuestra Biblioteca Pública Provincial de La Habana Rubén Martínez Villena,

Obispo 59 frente a la Plaza de Armas, Habana Vieja.

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Edit.Gente Nueva,    Edit. Pueblo y Educación,    Eds.Orbis S.A.

 

 

 

 

 

 

 

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