La Chorrera por Jenaro Artiles

Por: Jenaro Artiles
En: La Habana de Velázquez

Creo haber dejado establecido, hasta donde nos lo permite la documentación y los testimonios que se han conservado, y a través de un razonamiento sencillo, que La Habana de la costa norte de Cuba estuvo fundada, antes de quedar asentada en el lugar definitivo actual de la orilla del poniente de la bahía que lleva su nombre, en los Puentes Grandes o en sus inmediaciones, como a una legua en línea recta remontando el río Almendares desde la desembocadura (50).

Reducida a esqueleto mi argumentación, se puede formular como sigue: el “Pueblo viejo” de La Habana en la costa norte de la isla estaba, sin género alguno de duda, en el sitio llamado La Chorrera, según demuestran a plenitud todos los documentos del siglo XVI que nos han llegado y nos viene trasmitiendo una tradición antiquísima, conservada con persistencia durante varios siglos.

Pero La Chorrera era en el siglo XVI, y lo fué hasta mediados del siglo siguiente, no la boca del río del mismo nombre, sino la chorrera, tajo y rápido de la corriente en los actuales Puentes Grandes, que dio nombre al paraje primero, al río después y a sola la desembocadura más tarde.

Desde la primera mitad del siglo XVII, al tiempo que se levantó el torreón de Santa Dorotea de la Luna en la Chorrera (ya se llamaba el río así) en la desembocadura del Almendares actual (61), se viene conociendo con el nombre de La Chorrera la boca del río y sus proximidades, de donde cayeron fácilmente los historiadores antiguos en el error de interpretar los documentos que hablan de ello, especialmente las actas capitulares en los pasajes correspondientes, en el sentido de que allí, en esta Chorrera sietecentista, en la desembocadura del río, estuvo enclavado el “Pueblo viejo” (52).

Cuando en 1761, el padre de la historia de La Habana, José Martín Félix de Arrate, escribe su conocida Historia (53), en que se plantea este problema, la tradición existía ya indudablemente, pero la confusión también puesto que llevaba un siglo largo de existencia el torreón y otro tanto de pesar en las imaginaciones de los habaneros la identificación establecida entre el castillo de La Chorrera y la propia Chorrera del siglo anterior, influencia tanto más viva e irresistible, cuanto que toda aquella centuria, como la anterior, había sido de ataques de enemigos de todas clases y nacionalidades, desde Sores y Drake, de tristes recuerdos para La Habana en el siglo XVI, hasta Pie de Pato y Dieguillo el Mulato bien entrado el XVII, cuyas depredaciones no olvidará la bahía de Matanzas; siglos de atención preferente a las obras de fortificación, a su mejoramiento y a su guarnición adecuada. La Chorrera, el torreón de La Chorrera, con el de Cojímar al otro lado, hacía el naciente de la costa peligrosa y en constante zozobra de La Habana, constituían la avanzada de la defensa militar en que descansaban autoridades y vecinos; y en torno a uno y otro torreón se desarrolló gran parte del interés del vecindario, según exigían las circunstancias expresadas, y todo el ir y venir, el movimiento que suponen dos obras de fortificación de la importancia estratégica de las que nos ocupan. Y con ello, la vida y tráfico que surgía entonces y existe hoy en torno a las fortalezas, por la presencia de la guarnición, los relevos y la permanencia de soldados y jefes, familiares y amigos.

Bien pronto, por esta época, adquirieron importancia los caminos de Cojímar, por el fondo de la bahía, a través de Guanabacoa, y a la desembocadura del río de La Chorrera primero (que no aceptó tan aína el pueblo el cambio de nombre de su río tradicional, ni cambió fácilmente el de Río de La Chorrera que entonces tenía por el de Almendares actual) (54) y a la Chorrera, más breve y simplemente andando los años; el viejo “Camino de la Playa” de que se ha hablado (55) adquirió rango e importancia y fué en adelante, el “Camino de la Chorrera” que, perdido ya el fetichismo del monte “vedado“, tomó rumbo un poco más al interior, pasando por el paraje donde, andando los años, habríamos de ver el caserío de la Chorrera, el barrio de Medina y el del Carmelo, embrión y germen de la barriada del Vedado actual (56): tiendas, pequeños establecimientos de ventas fáciles a la soldadesca, desde utensilios y comestibles, a cuerpos de no menos fácil y placentera adquisición, además de pobres moradas de pescadores modestos.

He ahí el origen del nombre de La Chorrera asignado a lo que hoy se conoce por él. Pero un fenómeno no anterior al siglo XVII no puede pesar en sucesos ocurridos más de cien años atrás: y durante todo el XVI, y aun en los comienzos del siglo siguiente, como veremos más adelante, se llamó La Chorrera a un lugar que era, o estaba, en las proximidades de los Puentes Grandes actuales.

Este sentido tienen las citas del siglo XVI barajadas en mi estudio, y esta es la base de la argumentación que me ha llevado a fijar el poblado de Puentes Grandes como asiento primitivo de la Habana, el “Pueblo viejo” de que tanto se ha hablado y se ha escrito.

 

Notas:

(50) Vid. la primera parte.

(51) Irene A. WRIGHT dedica todo el capítulo X de su Historia documentada de San Cristóbal de La Habana en la primera mitad del siglo XVII, Habana, 1930, p. 173-183, a los motivos y la época de la construcción de estos dos torreones. Y en Historia documentada de San Cristóbal de La Habana en el siglo XVI, La Habana, 1927, tomo I, p. 3, dice: “La guerra con los Países Bajos fué el motivo de la construcción del fuerte de Santa Dorotea de la Luna en la Chorrera”, refiriéndose, como se refiere este pasaje, a la época 1625-1640.

(52) Vid. supra, cap. V: El “Pueblo viejo”.

(53) José Martín FÉLIX DE ARRATE: Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales. La Habana descripta: noticias de su fundación, aumentos y estado. Habana, 1761. (En Los tres primeros historiadores de la isla de Cuba. Habana, imp. y lib. de Andrés Pego, 1876, v. I) . Arrate recoge la tradición aludida para refutarla precisamente pues no admite otro “pueblo viejo” que el de la costa sur.

(54) Los dos nombres convivieron durante muchísimo tiempo hasta que prevaleció el actual Almendares, degeneración dialectal de Almendáriz, por el Obispo que se llamó así y la estancia que le perteneció y lleva su nombre, más arriba de la antigua Chorrera.

(55) Vid. la primera parte.

(56) Sobre el origen del Vedado y desarrollo del Carmelo y el barrio de Medina, vid. PÉREZ BEATO, Habana antigua, Habana, 1936, I, p. 362-364; Luis BAY SEVILLA, Viejas costumbres. La barriada del Vedado, en Arquitectura, Habana, tomo XI (1943), p. 227-230 y 280-289-, así como actas de sesión del Ayuntamiento habanero de 8 de abril de 1859 (fol. 39 v.-42 r.) , 6 de mayo del mismo año (fol. 73 v.) y 18 de mayo de 1860 (fol. 207 v.-21 I r.)

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