24 de febrero

ReglaPor Regla Perea, directora de la biblioteca

Había pasado la década desde que aquella mañana de octubre, el Padre de la Patria, liberara a sus esclavos y los convidara a luchar no ya por su libertad, sino por la independencia de Cuba.
Había pasado la ignominia de un Zanjón sin independencia.
Pasó también el acto de patriotismo extremo en Mangos de Baraguá y unos días después se volvió a romper el corojo.
Siguió la pausa fecunda. Se necesitaba que madurara más, si eso era posible, aquel que nos legara:

El amor, madre, a la Patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;

Se necesitaba UNIDAD. Se sigue necesitando.
Se necesitaba la unidad de los pinos nuevos con los troncos imprescindibles de quienes lucharan por aquella independencia interrumpida en 1878. También hoy, se sigue necesitando.
Era necesario dar cumplimiento real al compromiso plasmado en el Manifiesto de Montecristi. Era necesario prepararse una vez más para darle la vida a la Patria necesitada y allí, el más grande de todos los cubanos, el Apóstol, el Maestro, nos enseñaba el camino y se sumaba él mismo a recorrerlo. Era necesario saber, desde ese mismo momento que Patria e Independencia, son frutos de un árbol, al cual sólo los que están dispuesto a todo, pueden llegar.

¡Viva el 24 de febrero!
¡Independencia o Muerte!
¡Patria o Muerte!

No le queden dudas a nadie. Una y otra y otra y otra vez más, VENCEREMOS.

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