Carta a su esposa (6 agos. 1930)

Chela mía:

Hoy a las ocho de la noche recogen el correo, porque a las doce de la noche llegaremos a Cherburgo, Francia; desde allí te irá esta carta. Ahora son cerca de las cinco, y he esperado hasta esta hora para escribirte: después de las seis es la comida, y luego se llena este salón de gente escandalosa. Antes no quise hacerlo, esperando para escribirte hasta el último momento posible. Vida mía: por mucho que procuro dominarme, no puedo resistir los desates de mis sentimientos (no sentimentalismo). No es que sea tan débil  como para no poder resistir la tristeza de nuestra separación. No es ella misma, sino las especiales condiciones de ella, lo que me abruma. Yo enfermo y tú abandonada a tantas millas y millas de distancia. jSi supieras la terrible tristeza que me produce recordar nuestra vida pasada, que acaso no vuelva nunca! Ahora veo que en  medio de todas las angustias éramos felices en nuestro cuarto del Bronx. Y me parecen un sueño, un cuento de mi infancia, nuestras excursiones por el parque; lo veo todo tan claro como si lo viviera otra vez: aquellos bancos, adonde fuimos dos veces, ¿te acuerdas?, en donde vimos la ardilla y el pajarito negro, es un lugar que recuerdo con especial y doloroso deleite; acaso porque cuando estábamos allá estuvimos bastante solos. ¡Y todavía me dura el recuerdo vivo del  terrible estremecimiento de nuestra «despedida», en aquella tarde del día 30, con tanto sol!  Volveremos algún día juntos al parque del Bronx? ¿O allá, a los lugares de La Habana, que están tan ligados con nuestros  recuerdos de amor y de lucha? ¡Quién sabe! ¡Mía! Tengo que  dejarte ya. Se me acaba el papel y ya esta carta es muy gruesa.
Quiero mandar junto con ella una postal para Judith. Ahora voy a escribir postales a ella, Darío, Esther, papá, Vivó, Helen, Irisarri, y a tu familia, a pesar de que no tengo seguridad de la dirección. También a Roo, que se portó tan bien con nosotros. Voy a dejar un espacio libre para preguntar a algún compañero si tiene dirección para que le escriban a él y enviártela. Acaso sea así, y en tal caso tendré pronto noticias tuyas. Y aquí pongo todo mi cariño, y mil besos de tu fiel

RUBÉN.

P. D. Al fin no hay quien tenga dirección.
Yo creo que puedes usar, aunque sea por una vez, la dirección
que tengan allá para el Profintern con doble sobre.

Tu
RUBÉN.

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