Carta a su esposa (5 ago. 1930)

Todo el día ha seguido el mar fuerte. Hoy, martes, es probable que llegues a La Habana, si es que no has llegado ayer por la noche.

A medida que pasan los días más siento la necesidad de ti. ¿Cómo habrá salido todo? ¿No habrás tenido molestias al salir de Nueva York? Supongo todo lo que habrás tenido que trabajar para poner en orden todo lo que se quedó desarreglado en nuestro cuarto. Yo voy bastante bien. Ya te dije que los compañeros me habían desencantado un poco; es verdad que casi todos son jóvenes; pero sin embargo creo que podían ser algo más serios. Van dos viejos, uno de los cuales fue el que se emborrachó los dos primeros días,  pero ya está controlado. Van cuatro mujeres: la de Paz y una jovencita, que son bastante alegres; y dos más, rusas de nacimiento, bien duritas, serias y feas. Yo me paso casi todo el día con mi compañero de idioma, que es trabajador agrícola en el estado de Colorado (E.U.), en las plantaciones de remolacha. Con él converso, juego a las damas, y tomo uno o dos vasos de cerveza alemana al día. Me agrada mucho, aunque es un compañero sin preparación. ¿Dónde pararás en La Habana? Como tu familia y Esp. se iban a mudar no me atrevo a mandar esta carta sino con Judith. Hasta mañana.

Besos de
R.

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