Baire

24 de febrero. 1895-1923

B E L L O  S E R Í A  C A N T A R — E N  SU aniversario— la claridad que alzó sobre los estribos a los hombres del 95. Digno sería evocar la marcha desbocada de los jinetes que vinieron con la aurora de Baire en las pupilas y el sol huyendo y bailando en las hojas de sus aceros. Patriótico sería forjar, a ritmo de galope, la loa del esfuerzo con que, a precio de vida, nos arrancaron nuestros
padres del tirano.

Pero más patriótico y digno, y hasta más bello, por más sincero,  fuera confesar los errores que nos hacen hoy indignos de los muertos.

Por eso Baire debe ser de nuevo una clarinada en el pensamiento,   y una marcha impetuosa por rutas de rectificación  de verdad; un tener la aurora en las pupilas y un nuevo esfuerzo para salvar del fracaso la independencia,» que ya ven algunos como un juego de pueblo niño y revoltoso.

La efervescencia política de los pueblos recién libertados —de que son ejemplo las naciones hermanas que salieron del yugo de  España—, que unas veces es reacción brusca e instantánea y en la mayoría de los casos se traduce por numerosos cambios de  gobiernos y hasta regresiones a la tiranía, combates de ideas, de hombres o de nombres, pero que compone luego el sedimento  bueno para cimentar una nación durable, apenas ha tenido lugar en Cuba más que en forma disimulada y falsa.

Hora es ya de consolidar la obra que una época de transición forzosamente incolora ha puesto en peligro. Hora es de tener Patria de verdad, bien cimentada y fuerte y coherente, sin más obligaciones que las que impone la gratitud, y cuyo cumplimiento no reclamará ningún pueblo grande a otro pueblo grande que sepa en qué circunstancia y medida debe cumplirlas. Hora es de tener Patria de verdad.

¿Podemos llamar «hogar» a la cueva lóbrega en que vive, atizando el fuego, gimiendo y temblando, la vieja infeliz con los siete hijos que le salieron bandidos?… Pues así  diremos: Patria no es ausencia de arrepentimiento y de dolor; y cosecha abundante  (para que nos la compren al precio que nos quieran dar), y constitución con apéndice mal entendido, y cargos públicos desempeñados por ineptos, y política de lodo, y vivir   desconociendo y desmintiendo la propia historia noble para befa de los extraños, todo bajo la protección de la bandera que cobijó la agonía de los que la alzaron. No. Patria no es estómago contento y conciencia muerta.

¡Patria es independencia política y funcionamiento ordenado del mecanismo estatal; hogar honrado y gobierno virtuoso y arca nacional, llena, y conciencia ciudadana limpia!

Urge la reacción, pero la reacción serena a fuer de reconstructora,  no destructiva a fuer de radical. No es que deba subsistir lo  existente, sino que en el edificio que vacila, en vez de aventarlo de  un golpe para construir de nuevo, es preciso ir sustituyendo  cuidadosamente, pieza por pieza, hoy una columna, mañana un friso, luego los pisos, más tarde la techumbre, hasta rehacerlo y levantarlo nuevo, sin haber llegado a derribarlo de una vez.

Sepan los gobiernos que el gran deber del Estado es instruir al pueblo y es también la mejor garantía de su conservación y de su fuerza.

Instruir al pueblo es la única salvación en el momento. El pueblo conociendo su historia sabrá conservarla con el decoro que  merece.

Los pocos que hoy conocemos y amamos la historia cubana,  sabemos que se abusa de la inmovilidad y del silencio de los que la hicieron gloriosa; y cuando llega el día en que se conmemora la fecha de Baire ahogamos el júbilo que se levanta en el pecho, sentimos la necesidad de otro Baire, y aliviamos nuestra desesperación de pocos y de débiles con el bromuro de las lágrimas.

El Fígaro, 25 de febrero de 1923.

 

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