La Fuente de la India o de la Noble Habana por Emilio Roig

Por: Emilio Roig de Leuchsenring
En: La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928)

De los muy pocos monumentos estatuarios, —Carlos III, Fernando VII, Colón, Albear— casi todos de escaso valor artístico, de la época colonial, existentes en la Habana, el único que merece atención especial, por su simbolismo y su significación histórica, es la Fuente de la India, conocida también por Fuente de la Habana o de la noble Habana, situada en el Paseo del Prado, actualmente Paseo de Martí, frente al Campo de Marte.

Ese monumento y la fortaleza del Morro, por lo mucho que han sido divulgados fotográficamente fuera de Cuba, en postales, álbums y revistas, han llegado a convertirse en símbolos representativos de nuestra capital y hasta de la misma Isla, ya desde los tiempos coloniales; y los no muy numerosos extranjeros que de Cuba tengan noticia, tal vez no sepan de ella otra cosa, sino que es la tierra del tabaco, principalmente, y del azúcar, ni haya llegado hasta ellos otra visión cubana que la palma, el Morro y la Fuente de la India.

Al señor Eugenio Sánchez de Fuentes se debe el que conozcamos el nombre del autor de este monumento: el artista italiano Guiseppe Gaggini. Le fué encargada, en unión de otra fuente para la Plaza de San Francisco, debido a la iniciativa de Don Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, y ambas costaron 40.000 francos.

Su emplazamiento se realizó en enero de 1837, frente a la puerta Este o de Tacón del Campo Militar, en el sitio donde se encontraba la estatua del Rey Carlos III, que fué trasladada al principio del Camino Militar o del Príncipe.

Diversos traslados sufrió desde entonces, la Fuente de la India. Al poco tiempo fué colocada en la segunda sección de la Alameda del Prado, en el espacio comprendido entre el Teatro de Tacón y la Puerta de Monserrate. En 1863, por acuerdo del Ayuntamiento, se trasladó al centro del actual Parque Central, entre la calle de San Rafael y la Plazuela de Neptuno.

En 1875, volvió a trasladarse de este sitio al primitivo lugar que ocupara en el Paseo del Prado, pero variándole la posición, de manera que ahora mirara frente al Campo de Marte, donde y como actualmente se encuentra.

Tranquilino Sandalio de Noda, en un artículo publicado en 1841, describió así la Fuente de la India:

Delante de las puertas de la Ciudad de la Habana, cerca de donde estuvo la estatua del Rey Carlos III, al extremo sur del Nuevo Prado o Paseo de Extramuros, construido en 1772, y junto a las verjas y almenadas puertas del Campo de Marte o Militar, se ve una fuente de mármol blanco que se alza en un pedestal cuadrilongo sobre cuyas cuatro esquinas y resaltadas pilastras se apoyan cuatro enormes delfines, también de mármol, cuyas lenguas de bronce sirven de surtidores al agua que vierten en la ancha concha que rodea el pedestal y rebasándose aquella por conductos invisibles, vuelve al interior sin derramarse jamás. Encima del todo, sobre una roca artificial, yace sentada una preciosa estatua que representa una gallarda joven india mirando hacia el Oriente; corona su cabeza un turbante de plumas, y de las mismas, la ciñe una ligera cintura con la cual y el carcaj lleno de flechas, que al hombro izquierdo lleva, se conoce que representa alegóricamente la Ciudad de la Habana. Las armas de ella vense esculpidas en el escudo que lleva en su diestra, y en la siniestra, sostiene la cornucopia de Amaltea en la cual, en vez de las manzanas y las uvas que generalmente la adornan, el artista, en un rasgo feliz de inventiva, las ha sustituido por frutas de nuestra tierra, coronadas por una piña. El frente y la espalda del pedestal semeja la sillería una puerta de arco, y tiene en medio del claro un surtidor, que derrama en la citada concha; alrededor de ésta hay un estrecho arriate cercado por una fortísima verja de lanzas de hierro, apoyadas en veinte fases, con sus hachas de armas, teniendo por la espalda de la fuente, una puerta casi imperceptible, según lo bien ajustada de su armadura. Por fuera de la verja hay un ándito o ancho paseo circular de mármol blanco, y el todo lo rodea una orla de grama de Bahamas (Agrostis) con 16 guardalados de piedra común“.

Otros monumentos y estatuas

Debemos mencionar, siquiera, los siguientes monumentos de la Habana colonial, que se conservan hoy en día:

La fuente de Neptuno, dedicada por Tacón al comercio de la Habana, que existió en el Parque de la Punta y fué colocada en el Parque Gonzalo de Quesada, en el Vedado, donde hoy se encuentra, al levantarse en aquel otro parque la estatua de Don José de la Luz Caballero.

La estatua del Rey Carlos III, que situada primero en la Alameda de Extramuros fué colocada después, en el lugar donde hoy está, a la entrada de la Alameda o Paseo de Tacón, o de Carlos III y que es una muy bella obra artística, en mármol blanco de Carrara, siendo su autor Cosme Velázquez, en 1799.

La Fuente de la Ceres o de la Columna, en el mismo paseo de la que hoy solo existe la columna con su estatua.

La Fuente de la Alameda de Paula, de la que sólo se conserva la columna de mármol blanco con banderas, fusiles y cañones en altos relieves y un león con las armas de España, sobre el capitel, destruida, primero por un rayo, a poco de inaugurarse en 1847, y después, por el ciclón de 1910 y reconstruido el obelisco, en ambas ocasiones.

La estatua del Rey Fernando VII, comenzada por el artista José Alvarez de Pereira y Cubero y concluida por el escultor Antonio Sola, e inaugurada por el Conde de Villanueva, en la Plaza de Armas, el año 1834.

La estatua del Almirante Colón, en el patio de la Casa de Gobierno, hoy Palacio del Municipio, colocada allí el 9 de enero de 1862, trasladada en 1870 al Parque de Isabel II, en lugar de la de esta Reina, que fué llevada a la Cárcel, al caer con la revolución de septiembre, la dinastía Borbónica, y colocadas ambas de nuevo en sus anteriores sitios, al volver la restauración en el trono español, de los Borbones. La estatua de Colón, es obra del escultor italiano J. Cuchiari.

El Monumento de Albear, en la plazoleta de su nombre, homenaje rendido al ilustre brigadier de ingenieros Don Francisco de Albear y Lara, a su muerte, en 1887, por la construcción del Acueducto en Vento, que surte de agua a la ciudad de la Habana. Monumento que es obra del escultor José Vilalta de Saavedra.

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