Periódicos en La Habana de 1841

Por: Francisco González del Valle
En: La Habana en 1841

Guía de Forasteros, en la siempre fiel Ysla de Cuba. Para el año de… Se publicaba todos los años, empezando en 1781, editada en la imprenta de la Capitanía General. Es un periódico de gran utilidad, aunque no todas tienen igual número de datos e informaciones de carácter histórico, porque ello dependía de la persona que estuviera a cargo de su redacción cada año. Su colección completa, que no existe en ninguna biblioteca pública, sería de un mérito histórico extraordinario.

El mayor valor que tienen, desde el punto de vista de la certeza de los datos suministrados, es el de estar redactadas en el mismo año en que ocurren los sucesos. El último año en que se dio a luz esta guía es el de 1887. La Guía de 1841 es una de las que tiene mejores datos e informaciones y ha sido de gran utilidad para redactar La Habana, de hace un siglo. Durante la primera época constitucional se publicaba con el título de Calendario Manual y Guía de Forasteros, de la Ysla de Cuba para el año de,.. En 1823 salió con este nombre: Guía Constitucional de Forasteros de la Ysla de Cuba y Calendario Manual para el año de 1823, y se imprimió en la oficina de Arazoza y Soler, impresores del Gobierno Constitucional, con un escudo de La Habana en su portada, que decía “Viva la Constitución”.

Memorias de la Real Sociedad Patriótica de la Habana. — Fundada por el general Dn. Luis de las Casas y editada en la imprenta de la Capitanía General; tiene épocas cuyo material es de gran interés; hay años en que se deja de publicar; y no todas las veces, bien por exceso de material o por otra causa, se llevan a sus páginas algunos asuntos que se mencionan en las memorias de las distintas secciones de la Sociedad Patriótica. Así, por ejemplo, Manuel Costales, secretario de la Sección de Educación, al dar cuenta de su exposición en la junta general de 14 de diciembre de 1840, habla del colegio de sordomudos de Antonio Hernández Blanca y recuerda el luminoso informe dado por el presbítero Félix Várela —que dice que reproduce sin mencionar dónde—, cuando en el año de 1819 establece en esta ciudad por vez primera el intendente Alejandro Ramírez dicha clase de escuela. El citado informe no aparece publicado en las Memorias de la Sociedad Patriótica. Ojalá se conserve en su archivo, y que el amigo Enrique Gay- Calbó lo reproduzca nuevamente (en la casi seguridad que resultará nuevo para los que se dedican a los estudios históricos o educacionales), en uno de los números de la Revista Bimestre Cubana, editada por la Sociedad Económica de Amigos del País, y que él atiende con esmero como Secretario de la citada revista. En 1841, siendo director de la Sociedad Patriótica José de la Luz y Caballero, se empeña en poner al día las Memorias de la Sociedad, que entonces salían mensualmente, y después de editar las que faltaban del año 40 da al público dos volúmenes correspondientes al año 1841: tomos XII y XIII. Estas Memorias se convierten más tarde en Anales de las Reales Juntas de Fomento y Sociedad Económica de la Habana (1849); en Anales y Memorias de la Real junta de Fomento y de la Real Sociedad Económica de la Habana en 1854, estando encargados de su dirección Alvaro Reynoso y Próspero Massana; para convertirse más tarde en Memorias de la Real Sociedad Económica y Anales de Fomento, bajo la dirección de Alvaro Reynoso. Actualmente la repetida Sociedad da todos los años una memoria junto con un discurso, que es comúnmente de gran interés por lo que en él se trata.

Diario de la Habana.— Un 1841 tenía treinta y un años de existencia, era de los periódicos diarios el de más crédito y seriedad. En él colaboran los hombres de mayor prestigio y competencia. En él contiende Luz y Caballero con los cousinistas, que lo atacaban preferentemente desde el Noticioso y Lucero, cuyo redactor principal, Nicolás Pardo Pimentel, que nada sabía de filosofía, ataca dura y despectivamente al maestro de la juventud cubana. Hubo también otro literato y hombre de cultura general Félix Manuel Tanco y Bosmeniel, que empieza a estudiar filosofía —según él mismo lo manifiesta en carta privada— al iniciar su discusión filosófica con Luz, en defensa de su gran amigo Domingo del Monte y de las doctrinas filosóficas que éste expone en su trabajo Moral Religiosa publicado en El Plantel. Llega a tanto la defensa que hace de su amigo, que olvidándose de lo que significaba el maestro habanero y de la trascendencia que podía tener la censura que hiciera de su doctrina, la califica de sensual, de materialista y, por consiguiente de destructora de la religión, es decir, de la católica, apostólica y romana, que era la oficial, la que defendía y mantenía el gobierno de la colonia; atacar a la religión era lo mismo que atacar al Trono, por eso resultaba tan peligroso llevar el asunto por el lado religioso como por el lado político. Más adelante, al renovarse la discusión entre cousinistas y sensualistas, aparece ya en La Aurora de Matanzas del año 40 un artículo firmado por Ontólogo, cuyo autor debe ser Félix Tanco, que es el mismo que al finalizar la polémica compone fábulas para La Aurora, las que cree Luz y Caballero que proceden todas de la misma fábrica (Manuel González del Valle), pero que es casi probable que las de Matanzas las hiciera el propio Tanco. Sin tener la absoluta seguridad de lo manifestado, se lanza la idea para que vengan otros a dejar aclarado tan viejo como interesante punto. Por suerte, Tanco en sus últimos tiempos había cambiado su criterio sobre Luz, y en un folleto publicado en Filadelfia en 1862, después de muerto éste, titulado Los Jesuítas en la Habana, lo defiende de los ataques ocultos de los jesuítas al colegio El Salvador. El citado folleto de 23 páginas aparece anónimo y ha podido determinarse su autor, gracias a un ejemplar que poseía Julio Ponce de León, procedente de su padre Néstor, en el que éste explica que le fue donado por Félix M. Tanco en agosto 22 de 1871, al pie de lo cual aparecía la firma del citado autor, y lo que éste le decía al regalárselo.

El Diario de la Habana en su número de 28 de marzo anuncia que empieza a repartir gratis a sus suscriptores

la primera hoja del Diccionario de Música de Mr. Moreali, traducido al castellano por los Sres. C. S. y S., redactores de las memorables y tan celebradas Sesiones Líricas publicadas en este periódico. Cada domingo se repartirá una hoja.

Noticioso y Lucero. Este periódico nace —según dice el historiógrafo y jefe del Archivo Nacional capitán Joaquín Llaverías— de la fusión del Lucero de la Habana y el Noticioso Mercantil, y su primer número aparece el 16 de septiembre de 1832 con el título de Noticioso y Lucero de la Llábana. En 1841 se llamaba solamente Noticioso y Lucero, repartiendo un boletín Mercantil todas las tardes, excepto los días festivos, y antes un Boletín de Modas mensualmente desde el P de noviembre de 1834 hasta febrero del 35, según dice Bachiller. Redactores principales eran Nicolás Pardo Pimentel e Isidoro Araujo de Lira. Dicho periódico nunca disimula su malquerencia o desagrado a los otros de su clase que ven la luz, así como a los que en ellos escriben, y se nota en él una tendencia, más que española, de hostilidad a todo lo criollo; sus críticas más apasionadas van dirigidas contra autores cubanos que colaboraban en los otros periódicos y contra estos mismos. El Faro Yndustrial de la Habana, el más cubano de los diarios de hace un siglo, es objeto del más furioso y particular ataque del Noticioso y Lucero; éste hace cuanto puede, valiéndose de los más reprobables medios, para inutilizarlo o impedir que se desenvolviera, sobre todo, en los primeros tiempos de su aparición. Cuanto sabe el Faro respecto a las malas artes empleadas por el Noticioso y Lucero contra él para desacreditarlo y evitar su continuación, lo hace público a fines de diciembre del año de 1841, y reproducido ha quedado en el capítulo en que se habla de La Cubanidad. A pesar de haberle pronosticado poco tiempo de vida al Faro Yndustrial, desaparece mucho antes que éste, pues el 23 de julio de 1844 deja de existir, quizá debido al cambio habido en su redacción y la separación de un número de sus redactores que unidos al impresor José Severino Boloña se fueron con éste para publicar el Diario de la Marina, previa autorización que tenía Boloña. Pese a lo dicho y al lenguaje frecuentemente procaz y falto de decencia para un periódico de esta clase, lo cierto es que hay muchos artículos en él firmados con la letra P. [Pardo Pimentel], en los que se describen algunas costumbres habaneras con mucha sal y veracidad, no exentas de buena crítica. Como queda expuesto, el Diario de la Marina es continuación del Noticioso y Lucero. Los redactores que se pasaron del Noticioso al Diario de la Marina eran Araujo de Lira, Pardo Pimentel —quien publicaba en su folletín crónicas sobre los diversos aspectos de la actualidad—, Antonio Ferrer, Antonio Javier Martín e Ignacio González Olivares.

Repertorio de Conocimientos Útiles. — Periódico de artes, ciencias naturales y literatura. Sus directores eran Antonio Bachiller e Ildefonso Vivanco; imprimíase en la imprenta de Ramón Oliva, plazuela de Santo Domingo, bajo la Casa de Gobierno. Las condiciones de esta publicación estaban relacionadas con la Caja de Ahorros, pensándose, como se creía, que había de durar por lo menos doce años. Su precio era de 6 rls. mensuales, 4 de los cuales irían a dicha Caja a devengar intereses, de modo que su capitalización al término de los doce años, producirían los 6 rls. mensuales que pagara cada suscriptor, que les serían devueltos como ahorro, quedándole el goce gratis del periódico. Sólo se publicaba semanalmente, en folio español, viendo la luz desde el año 40 hasta principios de 1841.

Repertorio Médico Habanero. — Lo funda el Dr. Nicolás José Gutiérrez, llevando de redactores al Dr. Ramón Zambrana y al Ledo. Luis Costales. Es el primer periódico dedicado exclusivamente a la ciencia médica. El primer número salió en el mes de noviembre de 1840, publicado en la Imprenta Literaria. En el número de marzo de 1841 aparece reproducido un trabajo inédito del padre Várela, escrito en 1839, conservado en poder de José de la Luz y Caballero, el que sin duda por su íntima amistad con el Dr. Nicolás Gutiérrez se lo da a éste para que lo haga conocer en su Repertorio, dada la importancia de dicho trabajo. Grande fué la incomprensión de la mayor parte de los cubanos de entonces, principalmente los de la clase médica, que no pararon mientes en lo dicho por Várela, y a pesar de haberse dado al público, nadie se ocupa de él. Se trata nada menos que de un invento que hace el sabio sacerdote cubano, que es una anticipación del aire acondicionado, porque tenía por objeto refrescar y purificar el aire de los hospitales en países cálidos. Realmente no es un artículo lo que escribe Várela, sino una descripción de su invento. En el citado periódico del Dr. Gutiérrez lo que se publica son Indicaciones sobre la mejora de los hospitales en climas cálidos, con la descripción de los distintos aparatos, cuyas figuras se representan en una hoja que va al final de la entrega; la descripción ocupa las páginas de la 68 a la 71. De ese invento habla el doctor Manuel Gran, catedrático de Física de la Universidad de La Habana y el más competente y autorizado para tratar estos asuntos, en la conferencia que pronuncia en, el Ayuntamiento habanero, en el ciclo preparado por el Historiador de la Ciudad a nombre de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos! e Internacionales, y da a conocer la importancia del invento y lamenta que no se hubiera puesto en práctica en aquella época. Es de esperar que el Dr. Gran, a quien se le invita en nombre de la cultura y de lo que significa para Cuba el Padre Várela, haga un trabajo especial respecto al citado invento, para que todos sepan si son o no de importancia para los cubanos, la idea y los procedimientos que quería llevar; a la realidad el citado Padre en aquellos remotos tiempos.

La Prensa.—Empieza a publicarse el 1o de julio de 1841, saliendo los jueves y domingos al principio, y al final de este año los miércoles, viernes y domingos, en la imprenta de Vicente Torres, de Obispo 113. Los fundadores eran Nicolás de Cárdenas y Rodríguez y José García de Arboleya y los principales colaboradores eran Jeremías de Docaransa, seudónimo de José María de Cárdenas y Rodríguez; Bibliófilo, con que autorizaba sus artículos Antonio Bachiller y Morales, y otros muchos, veteranos como periodistas y literatos, cual Miguel de Cárdenas y Chávez, quien publica un interesante trabajo Literatura Cubana, que por estar incompleta la colección de este periódico no ha sido posible leer en su totalidad y donde de seguro está quién era el autor que con el nombre de Nazario Mirto, Ramiro Nazito, Marotillo de Cazti, etc., venía escribiendo desde principios del siglo XIX en el Papel Periódico, Diario de Avisos y Diario de la Habana. En otro lugar se dirá quién era el escritor que se escondía bajo tantos seudónimos. En este periódico se da a conocer el que había de ser después ilustre literato y costumbrista José María de Cárdenas y Rodríguez. La Prensa es también atacada por el Noticioso y Lucero.

 Faro Yndustrial de la Habana. — Diario de avisos políticos, mercantiles y literarios. Se tiraba en la imprenta de Ramón Oliva, plazuela de Santo Domingo. Lo funda José Gabriel del Castillo y el primer número sale a la calle el de diciembre del 41. La suscripción costaba 12 pesos un año adelantado y 10 rls. fuertes al mes. Los suscriptores de la Isla abonaban 3 meses adelantados a razón de 14 rls. fuertes al mes y lo recibían franco de porte. En él escribía Antonio Bachiller y Morales, con la mayor asiduidad, usando sus iniciales unas veces y otras nuevos seudónimos como el de Casio Niporesas. Ildefonso Vivanco, con la sigla I. V., redactaba la Revista de la Isla, y Manuel de Zequeira (Z) escribía folletines. Era un diario de los más cubanos de aquellos tiempos, siendo constantemente atacado por el Noticioso y Lucero y por su principal redactor Nicolás Pardo Pimentel, según se ha manifestado con anterioridad.

Paseo Pintoresco por la Ysla de Cuba. — “La suscripción será de 8 rls.; cada entrega, una al mes, se editará en el establecimiento litográfico del Gobierno, llevará láminas de los más importantes edificios de la ciudad y del resto de la Ysla, con la descripción de cada una de ellas“, decía el prospecto; los principales escritores que redactaban los artículos eran Antonio Bachiller y Morales, Manuel Costales, Cirilo Villaverde, Ildefonso Vivanco. No se terminó la publicación, pues sólo aparece lo correspondiente a la ciudad de La Llábana, que forma el tomo primero de la obra, y parte de la descripción de la ciudad de Matanzas, que forma el tomo segundo (incompleto) de la obra. Esta publicación y los autores que en ella escribían merecen del Noticioso y Lucero las más apasionadas críticas. Así, por ejemplo, al aparecer el primer número y describirse el Morro de La Habana se critica que no se haya puesto la oda de Pedro Montegón al héroe Luis de Velazco. Durante el año 41 se publicaron 8 cuadernos de esta interesante obra, terminando en el año siguiente de 1842.

 La Cartera Cubana. — Periódico de carácter científico y literario, fundado por el doctor Vicente A. de Castro; aparece el año de 1838, publicándose 5 tomos, siendo el último el del año 1840, pero dada las dificultades de su publicación, no siempre aparecieron sus cuadernos en la fecha correspondiente, atrasándose la terminación de la obra. A esto se debe que los dos últimos números con que termina se publicaran en el año de 1841. El sumario del penúltimo apareció en La Prensa de 26 de junio.

 Directorio de Jones. — Como en el año anterior, sale en 1841 el de Eduardo Jones en marzo de dicho año. El Diario de la Habana, en su número de 28 de marzo, considera que está notablemente mejorado en relación con el anterior, aunque se notan muchas equivocaciones, y comparándolo con la Guía de Forasteros, aprecia que son más exactos los datos de ésta en lo que se refiere al número de profesionales y comerciantes. El Directorio del 41 trae una relación de todas las calles y casas de La Habana intramuros con indicación de los dueños de estas últimas, de mucho valor e interés histórico, hoy mejor apreciado que entonces.

Además de los periódicos reseñados hay que comprender el que editaba todos los años la Intendencia General de Real Hacienda, relativo a la exportación e importación de mercancías, con el título de Balanza

 General del Comercio de la Ysla de Cuba. Aparecía aproximadamente a mediados de cada año y comprendía todo lo relacionado con el comercio del año anterior. Hoy resulta de excepcional importancia dicha Balanza, por ser la única fuente de información respecto al comercio exterior de la Isla.

El Diario de la Habana de 21 de marzo, bajo el epígrafe de Nuevos periódicos, decía que el Repertorio de Conocimientos Útiles, en su número del domingo 14, había anunciado la  próxima publicación de dos periódicos en la Capital: La Prensa, que ya hemos citado, y un Boletín de Marina de que no hemos logrado otras noticias.

Para una población de 136,000 habitantes que en número redondo tenía La Habana de hace una centuria, en la que hay que descontar por lo menos un sesenta por ciento entre esclavos y libres de color  que no sabían leer, y los blancos de edad escolar, tanto los que asistían a las escuelas como los que no iban, es verdaderamente excesivo el número de periódicos que se imprimían. Ocho periódicos, entre ellos uno científico, uno puramente literario y los demás mercantiles y literarios, ya que ninguno de ellos podía hablar de política, resultan muchos para la población tan reducida que podía leerlos y sostenerlos. No se cuentan los dos que terminaron su publicación el año 41, o sean la Cartera Cubana y Repertorio de Conocimientos Útiles, ni tampoco el Directorio de ]ones, ni la Balanza; de los otros citados periódicos, tres eran diarios.

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