Carta a su esposa (6.dic 1930)

Sujum, 6 de diciembre de 1930.

Aselita querida:

Desde que nos conocemos, este día de hoy es el primer cumpleaños tuyo que no estoy a tu lado. Recuerdo bien los años anteriores: los años del noviazgo en que te regalaba flores y versos, un pecécito, un lapicero; y los años de casados, el primero en Benjümeda —que celebramos con nuestro nuevo juego de sala comprado a plazos—, y el segundo en la casita del Vedado, con Judith y Pepe y Chacha y Riera y María del Carmen. Chela mía: no puedes imaginar cuánto pienso en ti: no he sabido bien lo vinculada que estás a mí hasta ahora, en que sufro mucho por no saber de ti, por no saber de ti nada más que te encuentras en peligro. Tu carta de 30 de  septiembre me llegó el 3 de noviembre y después… ¡nada! Ni una letra; es horrible esta situación: imagino cosas horribles, que estás presa, que estás herida o te han matado en un tiroteo con la policía, que estás muy grave, enferma quién sabe de qué. ¡Compañerita mía! ¿Será posible alguna de esas desgracias? ¿Por qué no tengo cartas tuyas? ¿Por qué los compañeros de Moscú no me mandan más noticias sobre Cuba? ¿Escribirás y los intermediarios no enviarán las cartas? ¿Acaso Junco, a quien encargué de mi correspondencia, no se encuentra en Moscú? No sé. Hace más de veinte días que le envié una carta de importancia y no me ha contestado.

¿Qué habrá ocurrido en Cuba después del 30 de septiembre? Sólo sé por un periódico semanal que se edita en inglés en Moscú (y que ha empezado a enviarme desde allí un amigo particular), que en Cuba se celebraron elecciones el primero de noviembre con éxito de todos los candidatos de palacio, que nadie concurrió a las urnas, que los nacionalistas recomendaron el retraimiento y que Machado anuncia nuevas represiones contra los comunistas. ¿Qué será de ti? ¿Cómo vivirás? Yo desde que vine aquí tuve el proyecto de enviarte, para el día de hoy, un regalito. Tengo veinte pesos que te iba a enviar en una carta; pero con las dificultades que hay, sin saber si mis cartas llegan o no, he tenido que suspender ese envío con el que te quería dar una sorpresa. Hasta hoy la única carta que me consta que ha llegado a tus manos es la primera que te envié desde Moscú, fecha 17 de agosto; después te envié una muy larga y funesta, con varias fechas, hasta 20 de septiembre. Luego una el 3 y otra el 4 de octubre. Otra el 11 de octubre, día que llegué aquí; y luego cuatro desde aquí mismo. Las dos últimas cartas y ésta también las mando por más de una vía, duplicadas en carbón. Sin embargo, comprendo lógicamente tu silencio: el 30 de septiembre tuviste respuesta a tu  cable. Esperaste carta mía: y mis cartas de 20 de septiembre y de 3 y 4 de octubre, estoy seguro que fueron demoradas por los intermediarios: probablemente no has recibido carta mía hasta el mes de noviembre. Y si contestaste del 10 al 15 de noviembre, ahora es cuando estoy a tiempo de recibir tu carta, contando las demoras forzosas de los intermedios y los tantos zig-zags. Contéstame si  recibes las cartas vía directa. Mándame la dirección de Esp. y Ac. en New York. Cuídate. Escríbeme largo, no sólo sobre asuntos del movimiento obrero, sino también sobre tu vida. Yo estoy bastante mejorado. He ganado quince libras en siete semanas. Peso ahora  ciento veinte libras.  No tengo fiebre, tampoco expectoración, y muy poca tos. No fumo: como bien y hago mucho reposo. Aquí hay un poco de frío. En otra te hablaré con más detalles del sanatorio., sus costumbres y sus enfermos. Te ama como siempre, mejor dicho más que siempre, tu

RUBÉN

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