La diáspora irlandesa y su presencia en la historia de la masonería en Cuba

Por Rafael Fernández Moya, investigador de la presencia irlandesa en Cuba

Historia_de_la_masoneria_cubanaEn el marco del vigésimo aniversario de las relaciones diplomáticas Cuba-Irlanda, el 24 de noviembre pasado se efectuó en el Templo Gótico de la Gran Logia de Cuba una charla sobre el legado de la diáspora irlandesa en nuestro país, a cargo del investigador Rafael Fernández Moya, quien estuvo acompañado por la Dra. Margaret Brehony, Presidenta de la Sociedad de Estudios Irlandeses y Latino Americanos (SILAS, por sus siglas en inglés), que en febrero del año 2017 celebró en La Habana su Sexto Congreso Bianual bajo el tema Relaciones Insulares, Irlanda, Cuba y el Mundo Latino.

La ocasión sirvió también para saludar el aniversario 500 de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana, donde en 1609, hace ya cuatrocientos diez años, se hablaba de la presencia de irlandeses entre los marinos y viajeros que llegaban al país. Sesenta años más tarde en Santiago de Cuba trabajaba en construcciones militares Juan Duany, natural de Conacia, y al principio del siglo XVIII, entre los piratas que se refugiaban en la cayería meridional de la Isla, figuraban la temible irlandesa Ann Bonny y su amante John Rachman, conocido por Calico Jack, quien fue ahorcado en 1720 en Jamaica.

Oficiales y soldados irlandeses formaron parte de las tropas inglesas que ocuparon La Habana durante once meses desde el verano de 1762, entre ellos masones como Alexander Cockburn, que el 3 de mayo de 1763 recibió el Grado de Maestro mediante certificado de la Logia San Juan No 218, inscrita en el Registro de Irlanda, del Regimiento 48 de Infantería. Seis años después, en diciembre de 1769 se informaba sobre la excarcelación de John Fitzgerald, que había sido enviado por el gobernador de Cuba a la cárcel de Cádiz al serle “ocupado un título de francmason”.

Los barrios habaneros extramuros de Jesús María y Guadalupe quedaron marcados con la presencia de inmigrantes franceses procedentes de Haití desde finales del siglo XVIII, por el popular “café de los franceses” situado en una de las esquinas del Campo de Marte y por las logias masónicas abiertas en 1803 y 1804 que dieron nombre a tres de sus calles: “Amistad”, “Benéfica Concordia” y “Templo de las Virtudes Teologales”. Varios miembros de esta última logia iniciaron una conspiración insurreccional que fue descubierta en 1810, siendo los más destacados entre sus promotores Román de la Luz, Luis Francisco Bassave y José Joaquín Infante. Solamente el último pudo escapar de la justicia y marchar al extranjero.

La francmasonería estaba extendida en la Inglaterra del siglo XVIII y su práctica debió ser introducida en Irlanda por los colonos escoceses, fundamentalmente presbiterianos, enviados para asegurar el dominio inglés anglicano, protestante, sobre los católicos irlandeses. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la masonería, fue introducido en 1818 en Cuba por el coronel francés al servicio de España Luis de Clouet, fundador de la villa de Jagua, actual Cienfuegos.

Se afirma que una de las figuras más sobresalientes del escocismo, Claudio Antonio Thory, se dedicó a precisar en este rito masónico un espíritu más acorde con los postulados de las ciencias de aquella época y con una proyección progresista vinculada a los principios de la Declaración de Independencia de Estados Unidos y a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución francesa, con lo cual se reafirmó el sello republicano que expresan los contenidos del rito.

El Grado de Segunda Clase de este rito incluye al Prevoste o Maestro Irlandés, y en la sexta clase, al Gran Pontífice o Sublime Escocés, titulado de la Jerusalén celestial, al Gran Escocés de San Andrés de Escocia, Patriarca de las Cruzadas, Caballero del Sol,  que muestran evocaciones de dos nacionalidades celtas y de la unión sugerida por André-Michel Ramsey, de los masones originales con los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, que posteriormente se denominó Hospitalaria y finalmente Caballeros de Malta.

En la segunda mitad del siglo XVIII operaron en La Habana los comerciantes irlandeses Oliver Pollock, de Coleraine, Cornelio Coppinger, de Cork y Thomas Plunkett, de Louth, entre otros, pero en la segunda década del siglo 19 se produjo el inicio de una masiva inmigración de colonos blancos, agricultores y operarios de diversas profesiones procedentes de América del Norte y de varios países de Europa, destacando entre ellos los operadores de máquinas a vapor de los ingenios de azúcar y los técnicos de ferrocarriles. Muchos eran de origen irlandés, algunas mujeres incluidas.

De ascendencia irlandesa era Pedro Pablo O´Reilly y de las Casas hijo del general Alejandro O´Reilly, a quien sucedió como segundo poseedor del título de conde  de O´Reilly. Rico hacendado, Alcalde de La Habana en 1803 y 1804, fue inspirador del bando político de los criollos conocido por “los O´Reillinos” y en la década de 1820 se convirtió en Gran Maestro del Gran Oriente Territorial Español Americano del Rito de Escocia. En esa época los conspiradores de los “Soles y Rayos de Bolívar”, descubiertos en 1823, se convertían en “Americanos Libres” y “Caballeros del Sol”, en ceremonia con la mano derecha en el corazón y la izquierda sobre un machete. Era una de las varias asociaciones políticas que adoptaron formas de iniciación, organización y estructura tomando como modelo a la masonería.

El poeta y profesor Rafael María de Mendive, miembro de la logia San Andrés, fue propietario y director del colegio “San Pablo” donde también enseñaron ilustres masones como Claudio Vermay, miembro del Supremo Consejo de Grado 33 del Rito Escocés de Cuba., Antonio Govín, Gran Maestro de la Logia Unida de Colón e Isla de Cuba., así como Joaquín F. Aenlle, importante figura del Gran Oriente de Cuba y las Antillas. Mendive destacó además por la lectura de las nacionalistas “Melodías irlandesas”, de Thomas Moore, en la tertulia literaria que realizaba en su casa . En el ambiente de pensamiento masónico y literatura celta reinante en el colegio y la casa de su maestro Mendive, se formó José Marti, quien abrazó la masonería durante su primera deportación en España, y exiliado posteriormente en Estados Unidos, escribió con admiración sobre la obra de los irlandeses Thomas Moore, poeta, y Charles S. Parnell, líder parlamentario,  porque luchaban por la libertad de su pueblo. Por otro lado, calificó las novelas de Walter Scott como “encantadores libros de historia” y enalteció las virtudes de su nación señalando, “Escocia es pueblo de los de mi molde”.

De ascendencia celta fueron algunos masones miembros de logias fundadas por cubanos que lucharon contra el colonialismo español, por la conquista de la libertad para el pueblo cubano y la independencia nacional de la Isla. Carlos Ford fue uno de los fundadaores de la logia “Luz del Sur” en Trinidad, región central de la Isla, que sirvió de manto para el movimiento insurreccional en 1869 encabezado por el general Federico Fernández Cavada, del que formaron parte también Juan Bautista Spotorno Georovich, que en 1875 fue Presidente interino de la República de Cuba en Armas, el médico Juan O´Bourke Palacios, cuyo padre era natural de Limerick, Irlanda, y los hermanos Carlos y Luis Lynn Georovich, hermanastros de Spotorno e hijos del estadounidense Guillermo Lynn, quien sirvió a la causa de independencia en la Isla y en el extranjero. Pocos meses antes del inicio de la Revolución de Yara, Carlos Manuel de Céspedes instituyó en abril de 1868 en Manzanillo la “Logia Buena Fe”, figurando entre sus miembros fundadores Juan Hall Figueredo y el súbdito inglés John Ferguson, maquinista del ingenio azucarero ‘’Santa Gertrudis’’ de Francisco Vicente Aguilera, también miembro de esta logia, que anteriormente fue Venerable Maestro de la logia Estrella Tropical fundada en 1866 en Bayamo.

En Regla, poblado ribereño de la bahía habanera, fue creada en 1887 la Logia Guaicanamar por varios socios del Liceo Artístico y Literario local, entre ellos José C. Clark, su Venerable Maestro, y Juan Newhall, asociaciones en cuyo seno se conspiraba en 1892 contra España. El 9 de noviembre de 1896, durante la “guerra necesaria” contra España iniciada en febrero de 1895 bajo la dirección de José Martí, la policía registró la sede del Liceo y encontró cápsulas de armas de fuego, propaganda revolucionaria y una lista que contenía, entre otros, los nombres  de Luís Newhall, Luis Lay y Andrés Butler, e inmediatamente se inició un proceso judicial por el delito de infidencia contra ellos, en el que también fue incluido el joven Carlos Scott Camara.  Se determinó la expulsión del país de los acusados y como eran ciudadanos norteamericanos, fueron entregados al cónsul de Estados Unidos para que se encargara de su salida de la Isla con destino a la vecina nación.

Masones angloparlantes tales como el cónsul  inglés en Santiago de Cuba Frederick W. Ramsden y el abogado estadounidense  Charles G. Hunter, natural de Filadelfia, ocuparon altos rangos en la masonería cubana. El primero, fue en 1876 Gran Tesorero de la Gran Logia de Colón, en Santiago de Cuba, y su noveno Gran Maestro el año siguiente. El segundo, iniciado en 1899 en la Logia “San Andrés” de La Habana, en el período 1908-1909 fue Gran Secretario de la Gran Logia de la Isla de Cuba de A.L. y A.M.

La Gran Logia de Cuba admitió que los estadounidenses residentes en el país fundaran logias que trabajaran en inglés y surgieron varias como la Habana No. 99 y la Island No. 56, en la capital, la “Santa Fe”, en Isla de Pinos, y la Landmark, en Camaguey.  El 17 de marzo de 1903, Día de San Patricio, patrono de Irlanda, tuvo lugar  la primera reunión de la Logia Island 56 en la casa del dentista Juan B. Dod, sita en la calle Bernaza número 36, entre Lamparilla y Bernaza, frente a la Plaza del Cristo, que fue su sede provisional. Oficialmente fue constituida el 5 de mayo siguiente y en 1966 tenía templo en la calle 20 número 3308, Marianao, y su Venerable Maestro era Marsden R. Leader. Dos años después su Venerable Maestro era Thornton Maltby Victory y entre sus miembros se contaban también William Laird MacDonald, primer Secretario-Tesorero de la asociación británica The Victoria Fund o Fondo de la Reina Victoria, constituida en La Habana en 1946, John Smith Bruce, Vice Cónsul de Inglaterra en la capital, y Herbert Caudill, clérigo bautista. En la colonia norteamericana “La Gloria” situada al norte de Camaguey, se fundó en 1902 la orden de Odd Fellows con su logia “Rebekah”, y los masones, aunque numerosos, no tuvieron templo y preferían reunirse en casa de algún miembro. Entre ellos figuró el colono estadounidense William Stokes, de sangre irlandesa.

En la historia de la masonería en Cuba están también registrados los antillanos británicos miembros de The Morro Nimrod Lodge No. 525 I.P.P.O., of E.W., Orden de los Alces del Mundo presidida por C. C. Hancock, que en 1927 tenía domicilio en la calle Tenerife 44, Habana Vieja y posteriormente tuvo su sede en Avenida 47 número 11009, Marianao.  Por otro lado, Samuel M. Turner, Secretario ejecutivo de la Asociación Cultural de Antillanos Británicos fundada en 1932, ocupó el cargo de Secretario permanente de la Logia Nobles Misioneros de la Verdad No. 109, de la Gran Orden de Odd Fellows en América y Jurisdicción, con domicilio en San Ignacio 609, altos y  esquina a Jesús María, tambien en La Habana Vieja.

En el Centro Histórico de La Habana son recordados en sendas tarjas dos ciudadanos norteamericanos que residieron en Cuba y estuvieron vinculados a la masonería de su país. Una de ellas, colocada en la fachada de la antigua casa del Conde de Casa Barreto, en la calle Oficios esquina a Luz, está dedicada al dos veces explorador del Ártico, Elisha Kent Kane, quien murió en un hotel situado en la esquina opuesta el 16 de febrero de 1857. La tarja fue donada por varias logias de Estados Unidos que lo honran identificadas con su nombre, con sede en Nueva York, Elkhart, Indiana, Lisbon, New Hampshire, Neenah, Wisconsin,  Newark, New Jersey, entre otras.

La otra tarja, colocada en la fachada del antiguo edificio de los Prácticos del Puerto de La Habana, en la calle San Pedro o Avenida del Puerto, esquina a O´Reilly, perpetúa la memoria del temerario filibustero Johnny “Dinamita” O´Brien, quien condujo con éxito hasta las costas cubanas varias expediciones de combatientes, armas, pertrechos de guerra, explosivos, medicamentos, etc., durante la campaña de 1895-1898, y en las dos primeras décadas del período republicano sirvió en Cuba como Capitán del guardacostas “Antonio Maceo” y posteriormente, como Práctico del Puerto de La Habana hasta poco tiempo antes de su fallecimiento en el año 1917. El Capitán Dinamita es considerado como un veterano de la masonería estadounidense, habiendo sido miembro de la Logia Excelsior No. 195 desde 1867, según información publicada en “The Masonic Standard”, N. York, vol. XVI, No. 52, Diciembre 30, 1911.

Sirven también estos apuntes históricos para saludar y felicitar a los masones cubanos en ocasión de la celebración en este mes de diciembre de 2019 del  aniversario 160 de la fundación de la Gran Logia de Cuba.

Cortesía del Taller “Conociendo mi localidad: La Habana Vieja” de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, a cargo de la Lic. María del Carmen Arencibia O´Reilly.

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