Carta a su esposa (11 ago. 1930)

Hamburgo, 11 de agosto de 1930

Chela querida:

Hoy mismo te eché una carta desde aquí, pero vuelvo a escribirte porque hoy por la tarde se resolvió que saliéramos mañana por la mañana, a las siete, en vez de irnos pasado mañana miércoles. Salimos temprano, en tren, para Kiel, canal que está al norte de Hamburgo (lo podrás ver en el mapa, debajo de Dinamarca), y de allí vamos por un barco hasta Leningrado y luego por tierra a Moscú. En fin, llegaremos a Moscú el 16 en vez del 15, al día siguiente de la apertura del Congreso. El otro compañero de Cuba no ha pasado por aquí, ni ha llegado hasta ahora: No sé qué habrá pasado con él, así es que casi seguramente voy a estar solo en la Delegación.

Parece que el que estaba en Santo Domingo está varado allí definitivamente, y con el otro no sé qué pasó.

Hoy hubo una reunión en que un compañero alemán habló sobre la situación de los trabajadores en Alemania y la lucha en los sindicatos  reformistas. Fue traducido al inglés y en lo que entendí no aprendí nada nuevo. Hoy me siento mejor, más descansado, aunque con un poco de tos. Ya he visto noticias sobre el primero de agosto en Nueva York, pero no de Cuba. ¿Estará saliendo el  periódico? ¿Cuáles serán las condiciones de lucha ahora,  últimamente? Es terrible este aislamiento. Te mando aquí una postal y un retratico que nos tomamos a bordo el cuarto día. Faltan algunos  compañeros de la delegación, y hay dos que no son delegados,  pero que por haber hecho mucha amistad con los compañeros se metieron en el grupo. La falta del idioma, el alemán, y mi escaso conocimiento del inglés, me dan la impresión de que estoy  amarrado. Hoy he tenido la primera alegría desde que me separé de ti, al saber que salíamos mañana de aquí. No sé si habrás visto a Abraham en Cuba. ¿Qué será de él? Y ¿qué será de tantos presos queridos, de tantos amenazados y procesados? Si tú los ves los abrazas en mi nombre. A todos los recuerdo. No he escrito aún al  Partido, porque no ha sido necesario. Al fin no conocí las tesis de la última Conferencia ni sé la composición del actual C.C. No puedes comprender mi angustia al saberme tan lejos, con tan difíciles comunicaciones, pues al cabo me fui sin arreglar  conexiones ni siquiera contigo. Como ya todos los delegados de la AL.34 están allá, los oportunistas deben haber arreglado su pastel. Pero yo confío en que podremos descomponerlo. El dinero que traje me sobra. Aquí me dan doce marcos diarios, y creo que te mandaré de algún modo el dinero que me sobre. ¿Ya habrás recogido los ochenta pesos de Ramos? ¿Ya se habrá aceptado mi renuncia? Que la présente si no lo ha hecho todavía. Nada más por hoy. Te besa tu fiel compañero

RUBÉN.

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