La ceiba de los supuestos primer cabildo y primera misa celebrados en esta villa

Por: Emilio Roig de Leuchsenring
En: La Habana. Apuntes históricos

La_CeibaCon objeto de recoger la tradición existente de haberse celebrado, a la sombra de una ceiba que existía al Noroeste de la actual Plaza de Armas, la primera misa y el primer cabildo en esta villa, en el mismo año en que se trasladó La Habana al lugar que hoy ocupa, el gobernador Francisco Cagigal de la Vega erigió el año 1754 una columna de tres caras que ostentaba en lo alto una pequeña imagen de la virgen del Pilar y en su base dos inscripciones alusivas a estos acontecimientos, una en latín y otra en castellano antiguo.

Mucho se ha discutido y escrito por nuestros investigadores históricos sobre la veracidad de estos hechos recogidos y conservados tradicionalmente, a los que se quiso dar más solemne y ostentosa ratificación cuando en 1828 se construyó en aquel lugar, por el capitán general Francisco Dionisio Vives y Planes, un templete rememorativo en cuyo interior aparecen cuadros alusivos a esos acaecimientos.

En cuanto a la existencia de una ceiba en los alrededores de la actual Plaza de Armas, es más que probable que ello fuera cierto, dada la abundante y rica vegetación que poseían en aquellos primitivos tiempos las tierras que se eligieron para lugar definitivo de la instalación de la villa. Pero ello no permite asegurar que en el sitio preciso en que Cagigal levantó el mencionado pilar existiese una ceiba, ni mucho menos que esa ceiba fuese la que se eligió para celebrar bajo ella la primera misa y el primer cabildo. Sí hay constancia, en cambio, por los Libros de Cabildos de este Ayuntamiento, de que existió en la primitiva plaza de la villa una ceiba que se utilizaba para fines tan poco merecedores de recuerdo y consagración como era el de atar a ella los individuos —casi siempre negros esclavos— que debían sufrir la pena de azotes públicos impuesta por el Cabildo dentro de las atribuciones judiciales que entonces poseía.

Sobre la celebración, bajo aquella otra ceiba legendaria, de la primera misa y del primer cabildo, no existen documentos comprobatorios en que basar la autenticidad de tales hechos. Todos nuestros historiadores, aun los más antiguos, como Arrate, no pueden invocar sobre el particular otro antecedente que la tradición. Así lo reconoce el propio Arrate, y también Jacobo de la Pezuela, que tuvo a su disposición los archivos de la Península y de la Isla, y a pesar de ello afirma que no ha encontrado justificada en texto alguno esa antigua tradición. Idéntico criterio comparten dos historiadores contemporáneos que se han ocupado especialmente de ese asunto: Manuel Pérez Beato y José Manuel de Ximeno.

Pero además de la carencia total de noticias y datos respecto al asunto, hay un hecho contundente que nos permite afirmar que no pudo ser esa ceiba, que según la tradición se alzaba en el lugar donde Cagigal levantó el pilar conmemorativo, la misma bajo la cual se celebraron la primera misa y el primer cabildo en esta villa, ni tampoco esta la misma ceiba que sirvió para el castigo de los esclavos infractores de las disposiciones municipales: la primitiva plaza de la villa de La Habana —ya en su asiento de la costa Norte—, en la cual se levantaba esa última ceiba, y tuvo, forzosamente, que existir aquélla otra, estaba emplazada en lugar muy distinto al que ocupó después la actual Plaza de Armas.

Finalmente, es indispensable tener en cuenta un detalle de mayor importancia histórica aún que las razones anteriores: y es que el suceso transcendente de la fundación de La Habana, que hubiera podido dar motivo para la celebración de una misa y cabildo conmemorativos, no tuvo lugar en el puerto de Carenas, sino que en éste sólo se realizó el tercer traslado de la villa, posiblemente, según queda anticipado, gradualmente, con el correr de los meses y los años, y por tanto, sin ceremonias de ninguna clase.

 

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