El Castillo de Atarés y el Castillo del Príncipe

Por: Emilio Roig de Leuchsenring
En: La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928)

Como consecuencia de la toma de la Habana por los ingleses en 1762 se palpó la necesidad, para tener resguardadas y defendidas las comunicaciones de la plaza con los campos vecinos, de fortificar la Loma de Soto que domina el fondo de la bahía. Al efecto, después de varias obras provisionales y urgentes, se acometió la construcción, que duró de 1763 a 67, por el ingeniero belga Agustín Cramer, del Castillo de Atarés, cuyo nombre debe al Conde de Ricla, promotor de las obras. El terreno lo cedió su dueño, Agustín de Sotolongo.
Es un hexágono irregular, con foso y camino cubierto, cuartel interior, aljibe, almacenes y oficinas. En 1863, después de reparado dos años antes, contaba con 90 hombres de tropa y 26 piezas de artillería, algunas de ellas rayadas.

El Castillo del Príncipe

Todavía se notaban otras deficiencias en la defensa de la Habana, que el sitio de los ingleses puso de relieve, y entre ellas la insuficiencia del Torreón de la Chorrera para evitar el desembarco por este sitio, único en el cual se proveyeron aquellos de agua potable, y además, según Pezuela, la urgencia de “cubrir los aproches de la plaza por la parte más expuesta, y proteger a las tropas que hubieren de oponerse a un desembarco más fácil y probable por aquél que por ningún otro puesto de la costa inmediata a la Habana.” Para solucionar ambos peligros, evitándolos, se encargó al ingeniero Cramer la fortificación de la loma de Aróstegui, que perteneció a Don Agustín Aróstegui Loynaz. Utilizó aquél los diseños que había hecho el ingeniero Silvestre Abarca, empezándose las obras en 1767, no terminándose por completo hasta después de 1779 y por el brigadier Luis Huet que modificó los planos de Abarca.

Tiene este Castillo del Príncipe la forma de un pentángono irregular con dos baluartes, dos semibaluartes y un rediente, grandes fosos, galería aspillerada, camino abierto, revellines y galería de minas, almacenes, oficinas, aljibe y vastos alojamientos para su guarnición que solía ser de 900 hombres. Su artillería era de 60 piezas de todos calibres.

 

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