La Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana

Por: Conde San Juan de Jaruco
En: Diario de la Marina (15 diciembre 1946)

La institución que más ha contribuido en Cuba al fomento de la instrucción pública de la prensa periódica y de las vías de comunicación, y que más ha promovido los adelantos de la agricultura, del comercio, de la industria popular y de todas las demás ideas progresistas, ha sido la Real Sociedad Patriótica como Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana.

Existía ya en Santiago de Cuba esta sociedad, cuando veinte y siete distinguidos habaneros, pertenecientes en su inmensa mayoría a la antigua nobleza criolla, delegaron en cuatro de sus más destacados compañeros, señores Juan Manuel O´Farill y Herrera, Francisco José Bassave y Cárdenas, obispo Luis de Peñalver y Cárdenas (después primer director) e Ignacio Montalvo y Ambulodi, conde de Casa Montalvo, para que trataran con el culto Capitán General Luis de las Casas Aragorri, sobre la instalación en La Habana de una Sociedad Económica de Amigos del País, a semejanzas de las que ya existían en la Metrópoli del brillante reinado del ilustrado monarca Carlos III y sus inmortales ministros.
Los comisionados encontraron una gran acogida por parte del notabilísimo Capitán General, que no sólo accedió al establecimiento de la Sociedad, sino que los alentó en la empresa y les prometió ayuda. Poco después, los fundadores de la Real Sociedad Patriótica, con arreglo al decreto de 6 de junio de 1792, efectuaron su inauguración e instalación provisional en la Casa de Gobierno, el 9 de enero del siguiente año, en los departamentos destinados al Ayuntamiento.

Además de los señores anteriormente nombrados, y del Capitán General Luis de las Casas, que había sido designado socio de honor, protector y primer presidente de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, han dirigido a esta institución los cubanos más ilustres y beneméritos de cada generación (véase la relación de sus directores), y también han pertenecido a ella, los más preclaros cubanos de cada época, entre ellos: el brigadier José Ricardo O’Farrill y Herrera, que realizó un gran estudio sobre la industria azucarera; don Francisco de Arango y Parreño,un modelo de hombre público; el presbítero doctor José Agustín Caballero y Rodríguez, notable orador sagrado, primer filósofo cubano, catedrático y reformador de los estudios universitarios, director del Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y maestro de las grandes figuras Varela, Saco y de la Luz; el doctor Tomás Romay y Chacón, médico eminente, introductor de la vacuna, uno de los fundadores del primer periódico publicado en Cuba, literato, economista, principal promovedor del primer cementerio público y director por muchos años de esta sociedad.

El coronel Joaquín de Santa Cruz y Chacón, y el marqués de San Felipe y Santiago, miembros fundadores de esta institución notablemente cubana, fueron los primeros que representaron al pueblo de Cuba en las primeras Cortes que se celebraron en Cádiz el año 1810, hasta que llegaron los propietarios don Andrés de Jáuregui y Aróstegui y don Juan Bernardo O´Gaban y Guerra. Años después, al efectuarse elecciones para diputados, a la Sociedad Patriótica se le hizo un gran honor, al ser llamada para designar ocho individuos de los dieciséis que habían de reunirse para tan difícil cometido por los Regidores Propietarios del Ayuntamiento de La Habana, lo que demuestra la gran importancia que ya había adquirido este Instituto con sólo veinte años de existencia.

Varios diputados a Cortes, miembros de esta sociedad, abogaron en distintas ocasiones por el fomento de la población blanca y por el comercio libre y pidieron duras penas para el tráfico de esclavos. El presbítero Félix Varela presentó a las Cortes en 1822, un valioso plan abolicionista de la esclavitud y el eminente publicista doctor José Antonio Saco, miembro también de este instituto, en un hermoso artículo llamó la atención a sus compatriotas sobre este particular.

Por recomendación del gran patricio Arango y Parreño, director de esta Sociedad, fue nombrado Intendente de nuestra Real Hacienda el benemérito Alejandro Ramírez y Blanco, director que fue más tarde de esta corporación. En Guatemala y en Puerto Rico, habían dejado este ilustre Intendente un grato recuerdo, y en nuestro país prestó grandes servicios, entre ellos, el censo General de la Isla, el desestanco del tabaco, la instalación de la Academia de Dibujo que lleva su nombre, “San Alejandro”, la creación del Jardín Botánico y del Museo Anatómico, de la Escuela de Química y de la Cátedra de Economía Política, protegió la Academia de Música y realizó otros trabajos en Cuba de gran utilidad pública. Su hijo Wenceslao, fue marqués de Villa Urrutia y distinguido diplomático, miembro de la Real Academia de la historia; y su nieto el actual marqués, esta investido con la insigne Orden del Toisón de Oro.

A esta sociedad se deben las fundaciones de la Real Casa de Beneficencia que empezó como “Casa de Educandas”, el Papel Periódico, la Casa de Dementes, para varones, y por incentivar de esta misma Corporación, el marqués de la Cañada Tirry redactó en el mes de agosto de 1830 un informe para establecer en Cuba el primer ferrocarril, y para llevar a cabo las obras, el conde de Villanueva, como superintendente de la Real Hacienda, contrató un empréstito en Londres por valor de 2 millones de pesos, con su garantía personal y de la junta de fomentos, de esta manera en 1837 empezó a funcionar el ferrocarril hasta Bejucal, y en 1858, hasta Güines.

También esta sociedad organizó otras diputaciones en Matanzas, Camagüey, Villaclara, Trinidad y Sancti Spiritus, distinguiéndose al frente de la establecida en matanzas, el doctor Tomás Genér y Buigas, abogado y diputado a Cortes; y en la de Camagüey don Gaspar Alonso Betancourt y Cisneros, más conocido por “El Lugareño”, distinguido escritor y periodista, que fue el principal promovedor del ferrocarril de Camagüey a Nuevitas.

Como dijo el sabio doctor Rafael Montoro y Valdés, abogado, literato, obrador, diputado a Cortes, director de esta Sociedad, Secretario de Estado y de la Presidencia de la República de Cuba y su ministro en la Gran Bretaña: “La historia de los Amigos del País está escrita para siempre en la piedra de nuestros monumentos, en la tradición de nuestras escuelas, en las paralelas de nuestros ferrocarriles, en las estancias de nuestros benéficos asilos, en las fábricas de nuestros ingenios de azúcar, en el ondulante mar de sus campos de caña, en el desarrollo del libre comercio, y como esté la más luminosa todavía, en las ideas de cínica dignidad, el noble entereza, el amor a la libertad y al progreso que forman la conciencia de nuestro pueblo”.

El cultísimo doctor Antonio María Eligio de la Puente y García de Tejada, actual presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, ha realizado durante los años que lleva al frente de esta prestigiosa institución, una labor extraordinaria, digna del mayor aplauso, habiendo llevado a cabo entre otras grandes mejoras, la construcción de un hermoso edificio en el Paseo de Carlos III, que será inaugurado en el próximo mes de marzo.

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