El Castillo de San Salvador de la Punta

Por: Emilio Roig de Leuchsenring
En: La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928)

Casi al mismo tiempo que el Castillo del Morro se empezó a fabricar el Castillo de la Punta, durante el Gobierno del Maestre de Campo Tejeda, en 1590, por el Ingeniero J. B. Antonelli que tenía a su cargo la construcción de aquella fortaleza.

Dice el historiador Pezuela, que el primer relieve “figuró un cuadrilátero abaluartado de menos extensión que el que compone el castillo actual.”

El fin que se persiguió al construir esta fortaleza fué el que con ella se pudiera cooperar a la defensa que de la entrada del puerto hacía el Morro, ya que los fuegos de una y otra se cruzan. Arrate, al hablarnos de ella, nos dice que “aunque muy inferior a la de los Reyes (o del Morro) es muy apropósito por estar situada en terreno bajo para batir más a la superficie la campaña de este lado, y para coger entre dos fuegos a los bajeles enemigos que pretendiesen tomar el puerto, que aunque se hace tan difícil por la estrechez de su canal, quiso ponerlo con esta defensa más arduo el arte; aunque algunos inteligentes en el de la fortificación, no la han considerado tan conveniente como la supongo, lo que entendido en la Corte ha motivado varias providencias para su demolición, pero siempre han quedado suspensas, lo que obliga a creer que con mejores informes, se ha calificado por necesaria o a lo menos por útil.”

En el Legajo No. 40 sobre Bienes del Estado que existe en nuestro Archivo Nacional, compuesto de varios cuadernos sobre Edificios militares del Estado a cargo del Cuerpo de Ingenieros, encontramos detalles interesantísimos sobre nuestras fortalezas, cuarteles, estado en que se encontraban, guarnición y artillería que tenían, necesidades, etc. De uno de esos cuadernos, el correspondiente al año 1865, vamos a tomar la configuración, medidas y distribución del Castillo de la Punta.

Se dice en el informe rendido por el Cuerpo de Ingenieros, que el Castillo de la Punta tiene la forma de un cuadrilátero abaluartado, cuyos lados externos miden: máximo, 100 metros; mínimo, 58; distando de la Plaza 210 metros, del Castillo del Morro 420, del de la Cabaña 750. Poseía entonces una guarnición de 60 hombres y 19 piezas de artillería; agregándose: “este fuerte se halla al Norte y a muy poca distancia del antiguo recinto de la Plaza, en la misma orilla del mar y en la embocadura del Puerto, frente al Castillo del Morro, con el cual y con el de la Cabaña y baterías afectas, ambos cruzan sus fuegos. Defiende, además, la costa del Norte en la dirección de Oeste a Este. Es, pues, de suma importancia por su posición, pero desgraciadamente tiene bien poca por su configuración y lo reducido de todas sus dimensiones por lo cual se ha indicado anteriormente la conveniencia de construir en aquel punto una gran batería acasamatada. Tiene pabellones para el comandante, alojamiento para la tropa, almacén de efectos de artillería, repuesto de pólvora, calabozo y otras dependencias. Además un algibe de 7 metros de largo, 3.30 metros de ancho y 4.18 metros de profundidad.”

Por una lápida que existe en una de sus cortinas se sabe que a las obras primitivas que hizo Tejeda, agregó otras su sucesor D. Lorenzo de Cabrera.

Hasta el 30 de julio de 1762 en que los ingleses tomaron el Morro, no sufrió el Castillo de San Salvador de la Punta ataque serio alguno. Entonces, sí, quedaron arruinadas por las baterías inglesas sus cortinas y baluartes, reparadas después de recuperar los españoles la Habana, por los jefes de ingenieros Silvestre Abarca y Agustín Crame, que ampliaron las obras primitivas, recibiendo desde entonces, en diversas épocas, varias modificaciones, principalmente en 1868 en que se construyeron cuatro explanadas para igual número de piezas de artillería sistema Barrios, consideradas de lo más moderno de su época, las que se montaron en ellas.

Aunque en algunos años, como en 1854, no tenía guarnición, siendo la plaza la que daba la guarnición, solía tenerla, en tiempos normales, de 60 hombres que eran suficientes para cubrir el servicio de sus puestos, cuyo capitán Gobernador ganaba 1.500 pesos fuertes anuales y un subteniente tercer ayudante, 675 y 60 de gratificación. En 1854 poseía 20 piezas de bronce de grueso calibre en batería y dos obuses largos. Su almacén de pólvora tenía capacidad para 50 quintales y contaba también con un oratorio, conservándose en un ángulo de la sala de recibo un perno de los arrojados por los ingleses en 1762. El primero de sus alcaides de que se tiene noticia, en 1596, fué el Capitán Don Antonio de Guzmán, y cuando la invasión inglesa, lo mandaba el Comandante Buseño.

Hoy el Castillo de San Salvador de la Punta sirve de residencia al Estado Mayor de la Marina Nacional.

 

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