El temor a la abolición de la esclavitud en La Habana de 1841

Por: Francisco González del Valle
En: La Habana en 1841

El acontecimiento más sonado que ocurre en 1841, y que produce gran alarma entre los hacendados y esclavistas, es el de la llegada a esta Capital del periódico El Corresponsal, de Madrid de 21 de diciembre del año anterior, el cual trae un artículo anónimo relativo a la trata de negros y la emancipación.

Es de tal magnitud el temor que infunde el anónimo del citado periódico madrileño, que es llevado el asunto al municipio habanero, y en el cabildo celebrado el día 19 de febrero, el Conde de O’Reilly dice que entre los papeles que circularon de la Península había uno titulado El Corresponsal que contenía un anónimo referente a la esclavitud, al que da lectura, y en consecuencia, unido con otros capitulares que la suscriben, presenta la siguiente moción:

Excelentísimo Señor: en El Corresponsal de 21 de diciembre del año próximo pasado, periódico que se publica en Madrid, se lee un artículo cuyo autor, vociferando las doctrinas de una afectada o mal entendida filantropía y tratando de aplicarlas a la esclavitud de esta Isla con probada imprudencia y estudiado olvido de las más graves consideraciones, no sólo acusa al Gobierno Supremo y a las autoridades de la Isla de haber faltado al cumplimiento del tratado sobre la abolición del tráfico de negros, sino da por resuelto el problema de su emancipación como consecuencia de aquél: pone en ridículo los desastres y calamidades que con fundamento deben temer los habitantes de estas regiones como resultado de aquella medida: aplaude el celo (que sólo por una especie de sarcasmo pudiera apellidarse cristiano) de los cuákeros ingleses que han llevado a Madrid la comisión de propagar estas ideas por medio de conferencias públicas y hacer ver las ventajas que deben esperarse de la producción colonial por brazos libres. Éste papel incendiario, del que presentamos a V. E. un ejemplar, con la contestación que ha tenido, ha circulado con profusión. Una es la opinión, general el sordo murmullo que clama por que se represente del modo más explícito y enérgico al Supremo Gobierno sobre una materia, cuya sola discusión transmitida a este país por los papeles públicos anticiparía quizás, por medio de una resolución espantosa, los efectos de un decreto de emancipación.

El documento termina pidiendo que el cabildo nombre una comisión de tres individuos de su seno que redacten una representación a la Regencia Provisional del Reino, cuyo objeto sea exponer y demostrar:

Primero: que ninguna nación puede ingerirse directa ni indirectamente en cuestión alguna de gobierno doméstico con respecto a otras naciones que se hallen en un estado político de perfecta independencia, sin faltar a todos los principios del derecho internacional.

Segundo: que la condición de los esclavos en la isla de Cuba es mucho menos dura que la de la clase proletaria en Europa, especialmente la de labradores, marineros y soldados, siendo cuando menos dudosa la conveniencia de la repentina emancipación, aun para los mismos esclavos.

Tercero: que si bien es de desearse que se cumpla rigurosamente el tratado que prohibió el comercio de esclavos como un medio indirecto de preparar su absoluta emancipación, ésta debe ser obra de la ilustración y prudencia del Gobierno con audiencia de los interesados, obra del transcurso del tiempo que indispensablemente se necesita para discurrir y acordar medidas que no sólo pongan a cubierto el derecho de propiedad, sino eviten el riesgo de sacrificar una parte de la población a la otra, arruinando un país en cuya conservación están interesadas la Metrópoli y todas las naciones del mundo, menos quizás una de las más civilizadas.

Cuarto, y último: que con el mayor respeto, pero con toda la energía de la verdad se haga presente al Gobierno que la mera discusión de una cuestión tan vital para la isla de Cuba y el lúgubre porvenir que presenta, no sólo puede poner en riesgo su tranquilidad interior, sino también su existencia política.

Los exponentes añaden que en el caso de ser aceptada esta moción se haga constar en las actas con copia de la representación que se eleve al Supremo Gobierno, para que en todo tiempo pueda hacerse de ella el uso conveniente.

La moción está fechada el propio día 19 de febrero, que es el de la celebración del cabildo, lo que hace suponer que estaba ya redactada. La firma el Conde de O’Reilly, el Conde de Casa Bayona, Félix Ygnacio de Arango y Francisco de Céspedes. El Ayuntamiento aprobó la citada moción por unanimidad, “por estar convencidos de lo que en ella con tanto tino y espíritu público han expresado los señores que la formaron“.

Y se acordó, de conformidad con lo pedido, nombrar para la comisión que redacte la exposición que debe dirigirse a la Regencia Provisional del Reino, a los señores alcalde ordinario Lcdo. José Agustín Govantes, Conde de O’Reilly, Conde de Casa Bayona, Pedroso y el síndico procurador general doctor Ramón de Armas, con la recomendación de que lo ejecuten para el inmediato cabildo. El acta de la sesión de 19 de febrero aparece firmada por los alcaldes ordinarios José Ma. Mantilla, José Agustín Govantes, José Patricio Sirgado, Félix Ygnacio de Arango, Herrera, Manuel Arrate de Peralta, Matías Meza, Morales, Conde de Casa Bayona, Ramón de Armas, e Ignacio Peñalver como fedatario.

En el cabildo siguiente, de 4 de marzo, fué leída la representación que redactó Govantes y que firmaban juntamente con él los otros miembros de la comisión designada, documento que por su valor histórico y por ser desconocido va reproducido en uno de los apéndices. Para despertar el interés económico de la Metrópoli y evitar a toda costa la emancipación de los esclavos, se citaba el hecho del envío que le hacía esta colonia anualmente de 80 ó más millones de reales después de cubiertas las necesidades de la Isla; que la Metrópoli perdería el beneficio de introducir aquí productos nacionales, con la pérdida consiguiente del comercio y de la industria de Cuba. Se tocaban las fibras del sentimiento español, diciéndole que si decretaba, como quería el gobierno británico, la emancipación de los esclavos, sufriría mengua de su dignidad y de su independencia el gobierno de España, que no ha menester de lecciones filantrópicas de otros pueblos. A pesar de cuantos argumentos se exponen en la representación citada para oponerse a la abolición súbita de la esclavitud, se declara al final que los habitantes de la isla de Cuba no apetecen el aumento de la población de color, que quisieran por el contrario se protegiese la emigración europea y que se destinasen fondos públicos para incremento de la población blanca.

Parece que Govantes estaba llamado a redactar esta clase de documentos, pues muchos años antes, a principios del siglo XIX, le había encargado el Ayuntamiento de esta Capital la exposición que había de dirigirse al gobierno de Madrid cuando un suceso de igual índole alarmó a los habaneros: el temor a la emancipación, pedida por Inglaterra de acuerdo con el tratado de 1817, de todos los esclavos introducidos a partir de 1820.

 

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