Colón en La Habana por Jenaro Artiles

Por: Jenaro Artiles
En: La Habana de Velázquez

Trataré de la palabra “Habana” y de la provincia india de este nombre sólo en su aspecto histórico y no en el prehistórico: para el objeto que me propongo, poco importa ahora y nada puede añadir lo que se sabe de la existencia y de la organización de los indios cubanos, o lo que en estos mismos instantes arqueólogos competentísimos están descubriendo y sistematizando en este sector de la investigación histórica de Cuba.

Por otra parte, la ciencia que con mayor o menor propiedad se ha dado en llamar Arqueología indocubana está en plena formación y, como todos los cuerpos en estado naciente, en ebullición y con ciertos caracteres explosivos y hasta de agresión.

De la provincia india de la Habana nos habla Colón en su Diario de navegación del primer viaje (1) y en la conocida carta a don Luis de Santángel (2) así como en la relación del segundo viaje, durante el cual recorrió la costa sur de la Isla desde el Cabo Cruz, y la actual provincia de La Habana en toda su extensión, de este a oeste, hasta la bahía de Cortés y la Isla de Pinos (3).

Las noticias y denominaciones que nos trasmitió en los dos primeros documentos citados son meramente de oídas, enormemente desfiguradas y con exageraciones monstruosas, con toda evidencia.

Cuando el Almirante emprendió la marcha, frustrada bien pronto, hacia occidente, costeando Cuba por el norte desde el Puerto de Mares (Gibara actual) en busca de los territorios misteriosos del Gran Can, oyó decir que esta región, al poniente, que los indios en una lengua mal entendida y nada comprendida aún de los europeos, llamaban Haba, Fava, Saba o algo parecido (4), era muy rica y estaba poblada abundantemente; que la gobernaba un príncipe poderosísimo; y hasta había creído entender a los indígenas de Guanahaní que traía en su compañía, que allí “nacían los hombres con cola” (5).

Durante la navegación por la costa sur año y medio más tarde, en 1494, es cuando Colón pisa por primera vez tierra de la Habana y oye hablar de que “el rey de ella, de la costa del poniente abaxo, si no por señas, no hablaba; pero que luego era hecha qualquiera cosa que mandase” (6); conoció a los habitantes y observó sus extrañas maneras de pescar, de preparar los alimentos y de vivir.

Pero todas aquellas noticias cayeron en el olvido durante años: nadie se volvió a ocupar de esta parte occidental de Cuba, si bien el tráfico entre la oriental y La Española debió ser frecuente, por lo menos el clandestino y depredatorio, hasta que en los últimos días del año 1513 llegó a la región de La Habana la primera de las expediciones de Narváez y el padre Las Casas y se fundó poco después la villa de San Cristóbal, como vamos a ver inmediatamente.

El naufragio de Alonso de Ojeda y la odisea de la ciénaga ocurrió mucho más al este, por el sur de la región de Camagüey, y el de García Mejía y sus veintiséis compañeros, dos de ellos mujeres, que con aquél se salvaron de la muerte infligida a los demás, aunque anterior a estos años, no fueron conocidos sino en la época histórica de La Habana. Otro tanto ocurre con la “matanza” todavía no del todo puesta en claro (7) que al decir de Bernal Díaz del Castillo dio nombre y timbre a la bahía que lleva esta denominación (8).

Prescindo deliberadamente del viaje de exploración de Ocampo, que, además de podérsele considerar contemporáneo de la expedición de Velázquez, no pasó de un recorrido puramente periférico y sin mayor importancia para la historia interior de la Habana en lo sucesivo. Sobre este viaje es interesante el agudo estudio del Académico cubano e historiador serio Dr. José M. Pérez Cabrera en El bojeo de Cuba por Ocampo, ¿cuándo tuvo lugar?, 1934; y En torno al bojeo de Cuba, 1941.

 

Notas

(1) Se sigue la edición crítica de LOLL1S: Scritti di Cristoforo Cotombo, publicati ed illustcati da Cesare Lollis. Roma, 1892 v. I. Véanse las anotaciones correspondientes a los días 30 y 31 de octubre y 1o de noviembre de 1492.

(2) Edición LOLLIS citada.

(3) Ibid., anotaciones correspondientes a los días 3 de junio de 1494 y siguientes. Colón está frente a la región de La Habana desde el día 13 probablemente.

(4) Véanse en la edición LOLLIS citada las diversas grafías de esta palabra en las distintas fuentes utilizadas por el erudito italiano, entre ellas, el original de! resumen del padre Las Casas conservado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, la versión de Navarrete y la de Fernando Colón en su Historia.

Es interesante el análisis morfológico de esta palabra observando su semejanza evidente con la moderna Habana. Nótese como estamos en presencia, al parecer, de una base antigua, Haba-, y de un sufijo derivativo, -na, que aparece con frecuencia en otras palabras de indiscutible ascendencia india. Las formas Haba y Fava son lógicas en la castellanización de palabras indígenas de la época. En Saba podemos hallarnos en presencia de una lectura incorrecta: s por h, cuya confusión en posición inicial es muy posible para lectores poco experimentados en la letra de fines del siglo XV y comienzos del XVI.

(5) Carta a don Luis de Santángel, edición LOLLIS. Esta afirmación recogida por Colón, nada propenso por su formación científica a creerla, indica bien claramente las desfiguraciones de la realidad americana a que estaban expuestos los conquistadores.

(6) El padre Las Casas, al  historiar más tarde sus andanzas por la región de La Habana en 1514, pone una nota diciendo que no sabe si era mudo o no pues no oyó nunca hablar de él. Probablemente se trata de otra exageración de los indígenas o de mala comprensión por parte de los españoles.

(7) Todavía no se sabe exactamente qué expedición fué la que naufragó en Matanzas y qué fué de ella en definitiva: hay quienes afirman que los náufragos fueron García Mejía y sus compañeros; quienes suponen hubo otra arribada desde las Lucayas, etc.

(8) “Quiero decir por qué llaman aquel puerto que he dicho de Matanzas, y esto traigo a la memoria porque ciertas personas me lo han preguntado la causa de ponelle aquel nombre, y es esto que diré: Antes que aquella isla de Cuba estuviese de paz, dio al través por la costa del norte un navio que había ido desde la isla de Santo Domingo a buscar indios que llamaban lucayos, a unas islas que están entre Cuba y la Canal de Bahama… y venían en el navio sobre treinta personas españolas y dos mujeres, y para pasallos aquel río vinieron muchos indios de la Habana y de otros pueblos… e ya que iban con ellos, en medio del río les trastornaron las canoas y los mataron, que no quedaron sino tres hombres y una mujer, que era hermosa, la cual llevó un cacique de los más principales que hicieron aquella traición, y los tres españoles repartieron entre los demás caciques. Y a esta causa se puso a este puerto nombre de Matanzas,” etc. (Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1906, en Historiadores primitivos de Indias, tomo II, p. 8).

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