Cafunga

“Un individuo quiso saber quién era Cafunga y cómo murió éste. Consultó varios diccionarios enciclopédicos y no halló nada sobre eso y, siguiendo en su propósito de inquirirlo, se lo preguntó a su amigo y vecino don Manuel Bernal y Jiménez, que tenía 84 años de edad, cumplidos el 5 de mayo de 1922, y le dijo don Manuel que Cafunga era un moreno criollo, de treinta y tantos años o cuarentón, desmochador de palmas, y un día por la mañana, siendo dicho don Manuel de 12 a 13 años de edad lo mandó su padre don Antonio Abad Bernal y Ramos, para que fuera con Cafunga, que iba a desmochar palmiche en la finca de don Francisco Cancio y Oropesa, frente a la finca El Espino, del mismo don Antonio, en Alicante, del término municipal de Sancti Spíritus, para los dos, don Francisco y don Antonio, según estos convinieran, y don Manuel iba a servir para atar abajo la soga por donde corrieran los racimos de palmiche, con el objeto de que no se desgranaran.

Cafunga desmochó la palmiche de varias palmas y habiendo dos palmas reales, casi unidas por el pie, Cafunga, desmochó la palmiche de una de ellas y cuando subía a la otra, estando don Manuel limpiando un tronco donde iba amarrar la soga, oyó un ruido grande, miró por la palma y viendo las trepadederas solas a mucha altura de la palma, le dio miedo y corrió para las casas, donde avisó a don Francisco lo que había oído y visto y corrió también de parte de éste a dar aviso a su padre don Antonio que era entonces cabo de ronda, el cual dio parte al capitán pedáneo de Iguará, que era don Camilo Padrón y Veloso, que se hallaba donde residía en su finca, mucho menos de un cuarto de legua de las dos fincas antes expresadas, acudieron todos al lugar del hecho, yendo también el escribiente de dicho capitán, de apellido Cagida, y encontraron en el suelo cerca de la palma el cadáver de Cafunga, con la cabeza y cuello hundidos en el tronco del cuerpo y las trepaderas atadas en la palma a mucha altura del suelo, algo antes de llegar a los racimos, con el anillo derecho donde se mete la pierna hasta el muslo, zafado o reventado; por lo cual Cafunga cayó de cabeza al suelo y murió como queda dicho.

“Un viejo de apellido Bombino subió la palma, con trepaderas de él y desató las trepaderas de Cafunga, de orden del Juez del Partido que instruyó el sumario, siendo trasladado el cadáver a la ciudad de Sancti Spíritus, en cuyo cementerio se le dio sepultura, después de practicada la autopsia.

Este personaje es uno de los más populares del folklore afrocubano.

Tomado de: Glosario de Afronegrismo / Fernando Ortiz. — La Habana : Editorial de Ciencias Sociales, 1991.

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