Impronta de los ritmos cubanos en Estados Unidos.

Por Rafael Fernández Moya 

En 1763 Francia cede la Luisiana a España para indemnizarla de la cesión de la Florida a Inglaterra a cambio de Cuba, ocupada desde el verano del año anterior. Los colonos franceses de Luisiana no quisieron reconocer al rey español Carlos III como soberano, ni a Antonio Ulloa como gobernador.  Y, para poner orden en Luisana, en junio de 1769 salió de La Habana la expedición del general Alejandro O’Reilly compuesta de 2500 hombres, incluyendo 2 compañías de milicias de pardos y morenos, que dejaron su impronta musical en las márgenes del río Mississippi, reforzada por otros de su clase que llegaron en 1777 a Nueva Orleans, Luisiana, lugar de nacimiento del pianista Luís Moreau Gottschalk .

El 14 de febrero de 1854 llegó a La Habana el pianista y compositor Luís M. Gottschalk, en su primera visita a Cuba. El siguiente mes de marzo tocó en el habanero Liceo Artístico y Literario compartiendo el escenario con Pablo Desvernine, de cuya autoría  interpretó “El Cocuyé”.  Visitó Santiago de Cuba donde quedó maravillado con los ritmos y la sonoridad de la Tumba francesa

El músico y crítico de arte Alejo Carpentier ha señalado que Gottschalk prestó gran interés a los ritmos de las Antillas, al punto de haber sido el primer músico  en utilizar la percusión cubana al estado bruto en un tiempo de su “Sinfonía del Trópico”, estrenada en 1861 en el habanero teatro “Tacón”.

En 1936 viajó por primera vez a Cuba la antropóloga social y maestra de baile Katherine Dunham, doctorada en danzas primitivas del Caribe, quien fue introducida por el doctor Fernando Ortíz en los misterios de la percepción antropológica sobre la religiosidad cubana y le presentó aristas y músicos que también era practicantes de religiones y ritos afrocubanos. En 1940 formó la primera compañía de danza de los Estados Unidos cuyos integrantes fueron afroamericanos, incluyendo a los cubanos  Gilberto Valdés, que fue alrededor de diez años su director musical, y prestigiosos tamboreros, bailarines y cantantes practicantes de religiones afrocubanas, entre ellos Luciano “Chano” Pozo, en 1946, que infundió los ritmos cubanos en la big band de Dizzy Gillespie de 1947 a 1948

Tomado de: Radamés Giro. Diccionario enciclopédico de la música cubanaDICCIONARIO-DE-LA-MUSICA-CUBIERTA-T-2

 

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