Por el promotor de lectura Adrián Guerra Pensado

Inés comienza diciéndonos: Estoy cansada de que no me tengan en cuenta. En mi casa apenas hablan conmigo y tengo miedo, mucho miedo, porque según dice mi abuela, cuando el silencio es muy grande uno puede hasta enfermarse. Pero a veces afirma que debemos aprender a escucharlo porque, aunque no lo crean, el silencio tiene su propia voz.

Ella piensa que soy boba, o lo hace para burlarse de mí, ya que cuando trato de oírlo, termino oyendo:

––¡Inés, levántate que se hace tarde para la escuela!

––¡Inés, no se habla con la boca llena!

––¡Inés, sácate los dedos de la nariz!

––¡Inés, deja de entrometerte en las conversaciones de los mayores!

 ––¡Inés, no te comas las uñas!

––¡Inés! ¡Ay, Dios mío, esta chiquilla me va a volver loca!

Quizás por eso yo nunca oigo la voz del silencio y, quizás, por eso también es que voy a inventarme una amiga para contarle todo, porque  a veces nosotros tenemos preocupaciones que los mayores no entienden.

Cartas a Katy es un simpático epistolario (colección de cartas) que Inés escribe a su amiga imaginaria para aliviar la carga del hogar y confiarle sus secretos a esa amiga confiable y comprensiva y también, de paso, a los lectores curiosos.

Para transformarnos en un niño o niña más y por un rato divertirnos y criticar el mundo de los mayores sin recibir regaños ni castigos, es que Reinaldo Álvarez Lemus (Pinar del Río, 31 de mayo de 1960) nos regala esta obra, retrato de una infancia difícil.