Credo y programa

Dedicado al Colegio de Abogados de La Habana, a la Academia de Derecho y a los Cubanos.

CREO, COMO MARTÍ , QUE : «LA Libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía.»

CREO que la condición de Cubano Libre, por la historia del que se  expresó así, convierte ese derecho de hombre en obligación de ciudadano.

CREO que todo funcionario puede equivocarse y todo ciudadano señalarle sus errores y el funcionario, como tal, debe agradecerlo,  teniendo en cuenta la opinión pública cuando ésta, por cualquier medio, demuestre el desacuerdo con su actuación.

CREO que, por la situación de peligro que atraviesa Cuba, la opinión pública debe demostrar su desaprobación más enérgicamente que  nunca, aunque sea por boca de un solo ciudadano.

CREO que realizarlo, desaprobando en nombre de la opinión un acto aislado de un funcionario cualquiera, es hacer ejercicio dé un derecho que establece la Constitución, sin cuya existencia y  reconocimiento la República no sería una forma democrática de gobierno.

JURO por mi parte realizar esta protesta cívica, legal y serena,  siempre y cada vez que sea necesario y reflejo del sentir común. No me retractaré. En el vivac estuvimos una noche por la energía cómicamente férrea de un compañero a quien perdonamos, y por nuestro propio deseo. En vivac una noche, pero en vivac de campaña, en el que nos despertó el clarinear de diana que desde nuestra conciencia nos ordenaba el combate leal.

CREO que al caballero Erasmo Regüeiferos le ha bastado como debía bastarle y lo ha demostrado implícitamente, la satisfacción pública que le hemos dado por el acto que podía estimar como una incorrección.

CREO que el funcionario Erasmo Regüeiferos ha sufrido un error lamentable al apreciar y denunciar mis palabras como injurias.

CREO que todo funcionario que realice un acto digno y patriótico aprobado por la opinión pública, debe recibir el aplauso de los cubanos. El estado anormal en que vivimos nos obliga a felicitar a los que cumplan con su deber.

JURO, ante los mismos que me juzgaren mal, llevar a cabo desde cualquier sitio y con respeto a cualquier funcionario, sea cual sea su actuación anterior, este propósito firmísimo.

 Se que en el acto llevado a cabo por un grupo que ha demostrado ser de hermanos, en la Academia de Ciencias, concurren todos los principios, convicciones y derechos expresados.

En el asunto particular del convento de Santa Clara la opinión pública, no teniendo acaso elementos para juzgar sobre la legalidad o ilegalidad del mismo (nosotros lo creemos ilegal) ni pruebas para acusar a nadie en concreto, se muestra contraria al Decreto bochornoso de su adquisición, por dos razones primarias:

I . Porque la cantidad fabulosa que le cuesta al Estado hace falta,  mucha falta, para otras obras de mayor necesidad y hasta de necesidad perentoria.

I I . Porque, aun reconociendo la verdad de las palabras del Señor Erasmo Regüeiferos sobre la conveniencia de adquirir ios edificios históricos, no comprendo —porque es incomprensible—, cómo la antigüedad de una reliquia ha crecido en unos meses hasta casi triplicar su precio, máxime cuando la situación económica del país ha traído en esta época una depresión general de los valores y los bienes.

CREO en algo más que la imparcialidad, en la capacidad —que la lleva implícita— de los Tribunales de Justicia y sé que reconocerán los derechos sagrados que se conquistaron para todos.

JURO que ignoraba que las Garantías Constitucionales estaban suspendidas el domingo 18 para determinadas personas y aún sigo ignorando si esto que lo explica todo, es o no es cierto. Puede que nuestra protesta sea inútil. No por esto nos arrepentimos de ella. El sacrificio tiene la utilidad de producir arrepentimiento en aquellos que lo provocan —si se trata de los que sean capaces de sentirlo.

SÉ que ha estado nuestra actuación de acuerdo con la opinión pública: ella está con nosotros. Nuestro acto no merece aplausos, sino adhesiones, por lo que significa. En el fondo de los ojos de los cubanos y hasta de los extranjeros, vemos corazones adictos, aunque intereses mezquinos les enfrenen los labios, o el error de buena fe los haga desaprobar en parte, o el cumplimiento de un deber —o lo que estiman deber— les amordace y obligue a actuar en contra nuestra.

ESTIMO y celebro por ello los funcionarios que actuando en obediencia buscaron con loable eficiencia a los «señalados », y a mí especialmente no quisieron abandonarme ni en el acto de ponerme la levita. Éstos cumplen su deber y los consideramos como amigos.

RUEGO

PIDO a todos los abogados de Cuba, a título de compañero, que los que estén de acuerdo con este credo jurídico, lo manifiesten por escrito breve a este periódico, para su publicación.

PIDO a los ciudadanos que lo deseen, realicen igual adhesión para lo mismo.

 Tengo plena confianza en un futuro mejor para la Patria.

La Habana. 24 de marzo de  1923.

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