Tertulia y conexión literaria internacional en casa de Mendive

Como homenaje al 166 aniversario del natalicio de José Martí y a los 500 años de La Habana, el investigador Rafael Fernández Moya, usuario y colaborador de nuestra biblioteca, redactó el trabajo que reproducimos a continuación.

Tertulia y conexión literaria internacional en casa de Mendive 

Por Rafael Fernández Moya

La Habana, Enero 2019

El 24 de octubre de 1821 nació en La Habana Rafael María Mendive y Daumy, quien destacó como escritor, periodista, poeta, abogado y maestro, ganando celebridad como educador, protector y padre espiritual de José Martí Pérez durante su infancia y adolescencia. En 1847 vio la luz su colección de versos titulada “Pasionarias” y parece que un ejemplar de ese libro llegó a manos del poeta estadounidense Henry W. Longfellow, profesor de Español en la Universidad de Harvard, quien como muestra de aprecio remitió uno de los suyos al poeta cubano con una dedicatoria que decía “Rafael M. de Mendive, con los recados del autor. Cambridge, en los Estados Unidos, 30 de noviembre de 1847”. Así comenzó la relación entre esos dos poetas, acontecimiento que el escritor costumbrista Cirilo Villaverde dio a conocer al público habanero en el periódico Faro Industrial, vínculo que se fortaleció con la traducción que posteriormente realizó Longfellow de la poesía de Mendive titulada “La sonrisa de la virgen”.

El año siguiente Mendive arregló el juguete lírico “Gulnara”, argumento tomado de “El Corsario” del poeta inglés George Gordon, VI Barón de Byron, que puso en música el maestro Arditi y fue presentado en el teatro Tacón. Byron, quien murió en 1824 en Missulonghi, Grecia, como héroe nacional de ese país, fue admirado en Cuba. De él tradujo también Mendive la poesía “Te vi llorar”; Carlos Manuel de Céspedes “La destrucción de Sennaquerib’”, que fue publicada en 1852 en el periódico habanero La Prensa; el poeta Antonio Sellén publicó los poemas traducidos en verso castellano “Parisina”, “El prisionero de Chillon”, “Los lamentos del Tasso”’ y “La novia de Abydos”, mientras que su hermano Francisco tradujo “el Giaour”.

Pocos años después la obra poética de Mendive llegó también a Estados Unidos, particularmente sus poesías “A una flor”, “Música de las palmas” y “A Paulina”, puestas en música por el pianista Luis Moreau Gottschalk, natural de Luisiana, que durante su primera visita en La Habana en febrero de 1854 tocó en el Liceo Artístico y Literario compartiendo el escenario con el pianista Pablo Desvernine Legrás, musicalizador de poesía de Mendive, así como en los teatros Tacón y Villanueva, este último obra y  propiedad del arquitecto Miguel Nin y Pons, suegro del poeta cubano. El periódico El Siglo dio a conocer una carta que Gottschalk envió a Mendive desde Matanzas, donde efectuó un concierto que evidencia la relación establecida entre ambos artistas.

Mendive fue uno de los ilustres cubanos que colaboró con el proyecto internacional del literato francés Alfonso de Lamartine, que en 1856 comenzó a publicar su “Curso familiar de literatura” y para lograr suscriptores envió a América a su secretario privado J. B. Deplace, quien vino a La Habana y fue alojado por Mendive en su casa. En febrero de 1857 la Revista de la Habana, editada por Mendive y José de Jesús Quintiliano García, publicó una circular invitando a la protección de dicha obra y entre los intelectuales que se suscribieron a ella figuraron Mendive y el pedagogo José de la Luz Caballero, cuyo gesto agradeció Lamartine con sendas cartas. Lamartine fue leído y traducido en La Habana en la década de 1830 por jóvenes intelectuales, entre ellos José Antonio Echeverría y Félix Tanco Bosmeniel y traducciones de sus novelas fueron publicadas entre 1850 y 1860 en la Imprenta del Faro, en La Charanga y El Tiempo, así como en la matancera El Yumurí.

Rafael M. Mendive era anfitrión de una tertulia literaria en su casa, que inició en 1861 en la calle Consulado y se efectuó posteriormente hasta 1869 en la calle Prado número 88, próxima a Animas, donde también tuvo domicilio el colegio San Pablo de primera y segunda enseñanzas bajo su dirección. Asiduo participante en esas reuniones de ilustres intelectuales cubanos fue el poeta bayamés Juan Clemente Zenea, profesor de inglés en el colegio El Salvador de José de la Luz y Caballero, quien escribió un interesante estudio “Sobre la literatura de los Estados Unidos” del que se ha dicho que aunque  apareció publicado en Nueva York en 1861, realmente lo fue en La Habana. Dos años después se publicó en La América de Madrid y lo reprodujo en La Habana en 1881 La Revista de Cuba.

Zenea hace un recorrido por “la naciente literatura en los Estados Unidos” en el que cita a dos jóvenes intelectuales cubanos, el poeta José María Heredia, traductor del discurso pronuciado por Daniel Webster al poner la piedra angular del monumento de Bunker Hill, y Enrique Piñeyro, quien da buena idea de John Lothrop Motley, “uno de los autores que más han contribuido a sostener el progreso literario de Norte América”. Una buena parte de ese estudio la leyó Zenea en la tertulia de Mendive, quien a su vez impresionó con la imitación que había realizado de las “Melodías irlandesas” de Tomás Moore, que según el historiador y biógrafo Francisco Calcagno “colmó su popularidad y le hizo conocer como el Moore cubano”. Zenea había publicado en 1853 en El Porvenir de Nueva York, la poesía “16 de agosto de 1851” dedicada a unos cincuenta expedicionarios extranjeros encabezados por el coronel norteamericano William Logan Crittenden, que en esa fecha fueron fusilados por soldados españoles en las faldas de la fortaleza habanera denominada Castillo de Atarés.

Mendive publicó en 1863 en la imprenta de Mr. Robert Graighead, en Nueva York, la primera edición de su imitación de las “Melodías irlandesas”, dedicada a su amigo el pianista y arpista habanero Pablo Desvernine Legrás, la cual contenía las poesías “Sobre el mar”, “Adiós”, “En un banquete”, “Un deseo”, “Sé mía”, “Canto sagrado”, “Amor en el dolor”, “Evelin”’ y “Un pensamiento”. En 1875, exiliado en Estados Unidos, y agotada la primera edición de la obra, Mendive publicó la segunda también en Nueva York, en la imprenta de Néstor Ponce de León. En esa ciudad Mendive colaboró en la revista El Mundo Nuevo que dirigía Enrique Piñeyro, donde publicó traducciones de Longfellow.

En la tertulia de Mendive también participaron los hermanos Francisco y Antonio Sellén, poetas y traductores que en 1862 publicaron el periódico semanal bilingüe anglo-hispano Heraldo Cubano y en septiembre del siguiente año, un libro de versos con traducciones e imitaciones de Byron, Moore, Bryant y Longfellow, entre otros literatos extranjeros. Como puede apreciarse, la tertulia, además de ser un círculo de intercambio de ideas políticas y creaciones culturales de carácter nacional, fue también escenario de conexión con la literatura de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Irlanda, etc.

En el círculo socio-cultural de Mendive también figuraron dos promotores de la educación popular. Miguel Sellén, hermano menor de los poetas Antonio y Francisco Sellén y profesor de gramática castellana en el colegio San Pablo, se unió al poeta y torcedor de tabacos Saturnino Martínez, asistente regular a la tertulia de Mendive, para fundar en octubre de 1865 La Aurora, el  primer periódico obrero de Cuba y promotor de la lectura en los talleres de tabaquería. El 9 de enero de 1866 se inauguró la lectura en la fábrica de tabacos Partagás, centro de trabajo de Saturnino Martínez, donde, además de los periódicos La Aurora y El Siglo se leyeron obras de carácter político, económico, histórico, etc., entre ellas la Historia de los Estados Unidos. También se leyó clandestinamene el periódico La Voz de la América, editado en Nueva York por el historiador irlandochileno Benjamín Vicuña MacKenna. La repercusión de esta práctica fue de tal magnitud, que  despertó hasta la curiosidad del  Ministro de Estado norteamericano Mr. William H. Seward, que en enero de 1866 visitó la fábrica Partagás acompañado de su hijo Mr. F. W. Seward. Por peligrosa, la lectura en la tabaquería y otros talleres de artesanos, fue prohibida por el capitán general Francisco Lersundi.

Mendive fue profesor y padre espiritual de José Martí, su alumno predilecto en el colegio San Pablo y un miembro más de su familia, que lo acogió en su casa, donde este pudo disfrutar de las reuniones en tertulia de ilustres cubanos que constituyeron la maravillosa fuente primaria de su pensamiento universal. Allí escuchó el entonces adolescente Martí a Zenea disertando sobre la literatura norteamericana, tradujo a Byron y leyó sobre Moore, de quien tradujo después su oriental “Lalla Rookh” donde el poeta irlandés “pinta penas como las de Cuba, con el amor que él sentía por Irlanda”. Allí también  conoció la relación de su maestro Mendive con Longfellow, a quien describió como “poeta melodioso y sereno que conservaba el espíritu de su pueblo”. Posteriormente, durante el exilio en Nueva York Martí publicó en 1882 artículos sobre la vida y obra de Longfellow en La Opinión Nacional de Caracas, tradujo al español sus poesías “Siempre no es Mayo” y “La canción de Hiawatha”, basada esta en las leyendas y el folclor de los indios. Y era mucho lo que de Longfellow podía hallarse entre sus libros y escritos, según dijo a Gonzalo de Quesada en carta que escribió en Montecristi el 1 de abril de 1895, pocos días antes de su caída mortal en Dos Ríos, región oriental de Cuba, iniciando la guerra necesaria contra España, por la independencia nacional de su amada Patria.

Se ha dicho que Mendive fue también maestro de mayores, de intelectuales educados en la regeneradora escuela formadora de patriotas El Salvador de José de la Luz y Caballero, que se reunían periódicamente en tertulia literaria en su casa, que en realidad era un verdadero círculo político orientado por él, cuyas ideas de justicia, libertad, patria, nación y revolución aparecieron expresadas durante el breve período de libertad de imprenta en 1869 en el periódico satírico El Diablo Cojuelo, a cargo de sus alumnos del colegio San Pablo Fermín Valdés Domínguez, director, José Martí Pérez y Antonio P. Carrillo O´Farrill, así como en La Patria Libre dirigido por Martí y redactado, además de él, por el propio Mendive y Cristóbal Madan y Madan, de los cuales solamente vio la luz el primer número.

Tanto Mendive como sus alumnos Martí y Fermín fueron enviados a prisión, en distintos momentos y bajo diferentes acusaciones,  siendo finalmente desterrados para confinamiento en España. Mendive fue juzgado por los sucesos del teatro Villanueva, Martí, por ofensa a un miembro del cuerpo de voluntarios españoles, mientras que Fermín fue uno de los estudiantes de medicina sobrevivientes del proceso judicial del 27 de noviembre de 1871, durante el cual ocho jóvenes inocentes fueron condenados a muerte.

Rafael María de Mendive es un autor imprescindible para el estudio de la literatura cubana, información sobre su vida y obra están a la disposición del lector interesado en la colección de sus poesías, con prólogo de D. Manuel Cañete y biografía del autor por el doctor Vidal Morales y Morales, publicada en La Habana en 1883. Un ejemplar de  esa obra, por su carácter,  forma parte de los Fondos Raros de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, en la Plaza de Armas de La Habana Vieja.

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El Paseo de Martí, antes del Prado y antiguamente de Isabel II, donde residió, creó y educó Rafael María Mendive, está flanqueado desde el Parque Central hasta el Malecón por las estatuas de dos  ilustres exponentes, como él,  del desarrollo de la literatura cubana: José Martí y Juan Clemente Zenea, que espiritual y simbólicamente convierten esa histórica y pintoresca calle en “Paseo de los Poetas” de la “Ciudad Maravilla” y “Patrimonio de la Humanidad”, que en este 2019 llega a sus 500 años de existencia rebelde, heroica  y luminosa.

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