La Habana de 1928 vista por Emilio Roig

Por: Emilio Roig de Leuchsenring
En: La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928)

La Habana, hoy capital, no de una colonia, sino de una de las más ricas repúblicas de América, ha crecido con extraordinaria rapidez e intensidad, después de un largo período, durante el cual, sus energías urbanas permanecieron inactivas, bajo los últimos años de la dominación española.

De una ciudad pasiva, bien española en carácter, indolentemente reclinada junto al mar de todas las leyendas, en poco tiempo alcanzó su actual posición de ciudad populosa, moderna, sorprendentemente activa, e intensamente cosmopolita.

A pesar de haber desaparecido el grueso muro que encerraba la ciudad, el visitante, por poco observador que sea, notará la diferencia existente entre la antigua Habana, y la nueva ciudad, entre las que se establece un elocuente contraste.

En la primera, hemos visto los inefables recuerdos de tiempos idos, de la época colonial, llena del melancólico encanto de las cosas que fueron. En la segunda, la gran ciudad, llena de energías y vida, levantándose prodigiosamente después del letargo de varios siglos, y capaz de brindar todas las ventajas que puede darnos el progreso y la civilización de nuestros días.

Amplias calles y avenidas corren entre construcciones macizas; altos edificios modernos se alzan elegantemente, como si quisieran internarse en el cielo eternamente azul, estableciendo gran contraste con las pequeñas casas de piedra gris que nos legó el pasado.

Como consecuencia de su independencia y sus íntimas relaciones comerciales con los Estados Unidos, Cuba es rica en todos los ramos de sus actividades, y la Habana en particular, que ha realizado tan rápidos y completos progresos. Desde el reconocimiento de la nacionalidad cubana, se construye en enorme escala. En lo que se refiere a la arquitectura, sus recientes progresos son del todo notables. Una falanje de notables artistas profesionales, arquitectos e ingenieros, —cubanos así como extranjeros— han desarrollado hermosos estilos arquitectónicos, aplicados a edificios espléndidos: casas de oficinas, comerciales y residencias privadas.

En la construcción de residencias, particularmente, han llegado a crear un verdadero estilo nacional, uniendo a las modernas tendencias americanas las altas cualidades de la vieja arquitectura colonial, con sus amplios cuartos, puertas y ventanas, gruesas paredes, y altos techos, que no solo brindan confort, sino amplia ventilación y muchas ventajas de higiene.

Estos progresos, en comodidad y belleza, son más visibles en la parte llamada El Vedado, y los nuevos Repartos y sus subdivisiones. Amplias y majestuosas avenidas, con anchas aceras, bordeadas de árboles, jardines y portales.

 Hay pocas ciudades en el mundo que pueden jactarse de poseer, a quince minutos en tranvía del centro de la ciudad, millas y millas cuadradas de bellas residencias modernas, en las que se encuentran a cada paso ricos palacios, dotados del mayor lujo y buen gusto.

El Vedado, llamado así porque era una zona abandonada, cuyo acceso era peligroso, a causa de los bandidos y rateros, muestra hoy la bella Avenida de los Presidentes, Avenida de Bustamante, Calle 23 o Avenida Machado, Calle 17, Avenida Wilson, la Calle 7 o Calzada, todas orladas por suntuosas residencias.

El Vedado, sin embargo, a despecho de su magnificencia, es solamente el principio de los verdaderos Repartos, que constituyen la nota más característica y preciada de la moderna Habana. Son verdaderas ciudades nuevas, construidas de acuerdo con todos los requisitos de la higiene, el confort y la estética. En las cercanías de la Víbora existe un hermoso barrio, llamado Reparto Mendoza, que viene a ser un vasto parque.

Después del Vedado, del otro lado del Río Almendares, se encuentran los Repartos Miramar, Alturas de Almendares, Almendares, Ampliación de Almendares, Kohly, La Sierra, Country Club Park, La Coronela, Barandilla y la Playa de Marianao, los cuales, aunque no pertenecen al término municipal de la Habana, forman parte, de hecho, de la Gran Habana y a ella deben su existencia, por ella surgieron, por la necesidad de expansión al multiplicarse rápida y prodigiosamente el número de sus habitantes, por ella viven, con ella están compenetrados y de ella realmente dependen.

Todos estos Repartos podrían ser comparados, favorablemente, con los más suntuosos faubourgs de las grandes ciudades europeas y americanas. En sus construcciones se advierte el mayor buen gusto y sentido de lo pintoresco.

La situación de esas residencias no podría ser mejor. Las anchas avenidas en que se encuentran están atendidas con el mayor esmero, embellecidas por macizos de verdura, árboles y flores, disfrutando por las noches un alumbrado inmejorable.

En el Reparto Miramar, se encuentra la Quinta Avenida o Avenida Carlos Miguel de Céspedes, que conduce directamente a la Playa de Marianao, y que viene a ser una suerte de Champs Elysées de América, embellecida por frondosos parques, una alta torre-reloj, y varias fuentes luminosas.

En el Reparto Almendares, hay grandes avenidas y distintos lugares de esparcimiento, tales como parques de varios estilos, entre los cuales descuellan uno japonés, y otro que ostenta una linda fuente luminosa.

El Country Club Park, está extraordinariamente favorecido por su situación topográfica, y posee bellísimas calles y avenidas bordeadas de árboles en gran variedad. Han sido aprovechadas las ventajas de la irregularidad del terreno, al trazar los planos de este Reparto. Por ello sus calles serpean entre innumerables colinas cubiertas de pinos, almendros, sicómoros, palmas y otras plantas representativas de la flora tropical. A su entrada se encuentra un lago de límpidas aguas con una fuente luminosa. Todas sus residencias presentan espléndidas proporciones y estilos.

Merecen citarse, por último, La Coronela y Barandilla, dos propiedades admirablemente situadas, que han sido divididas en lotes, para la construcción de villas.

Amplitud, calles bien pavimentadas, amplias aceras, jardines frondosos, abundante arbolado; tales son las características de esos encantadores Repartos. Los chalets y castillos, completan el panorama, con sus bellezas arquitectónicas. Cuando se intenta una descripción de la Habana, debe reservarse un primer lugar a estos faubourgs, ya que constituyen su más alta nota de modernismo, y se muestran como la prueba más evidente de los progresos de la ciudad, que se desarrolla espléndidamente, y que, junto a las mayores actividades, brinda a sus habitantes tan bellos lugares de esparcimiento, y sitios para vivir, en los que el cuerpo y el espíritu hallan descanso y distracción, después de las fatigas del día.

Entre los principales parques y paseos de la Habana, se halla el Malecón, una avenida que sigue la costa, presentando una fila de espléndidos edificios. En su inicio está el viejo Castillo de la Punta, y una amplia explanada donde las bandas militares ofrecen retretas casi todos los días.

En el curso del Malecón se levantan dos magníficos monumentos: uno erigido a la memoria del General Antonio Maceo, héroe de la Guerra de Independencia de Cuba, obra del escultor italiano Boni; el otro, es el Monumento al Maine, erigido por el Gobierno de Cuba a la memoria de los doscientos sesenta y seis marinos americanos que perdieron sus vidas en la explosión del buque de guerra Maine.

 Incorporados en este monumento, se encuentran dos cañones, algunas cadenas, y otras reliquias del Maine, que fueron donadas a Cuba por el Gobierno de los Estados Unidos. El monumento, en sí, es obra de la colaboración del escultor español Huerta, y del arquitecto cubano Cabarrocas, y hoy acaba de construirse en ese sitio un amplio, espléndido y artístico parque.

El Malecón es uno de los más hermosos paseos del mundo. Sus encantos han sido descritos en las estrofas de los poetas y en los párrafos elogiosos de los literatos que han visitado Cuba. El brillante escritor mexicano Guillermo Jiménez, decía que el Malecón, de noche, parecía, “un gigantesco gusano de luz emergiendo de las aguas“. Victoria Hayward, escritora newyorquina, describía la vista del Malecón de esta manera: “Los barcos desfilan, en todos sentidos, en una sola fila, desde el Castillo del Morro a los más remotos rincones de la bellísima bahía, que hace de la Habana el Puerto del Mundo, y cuya estrecha entrada se encuentra entre los castillos de El Morro y La Punta. Desde un asiento del Malecón, la línea de barcos, con un glorioso cielo por patio, y como fondo el Castillo de El Morro y las ondas azules, dan la impresión de un decorado de teatro. Banderas de todas las naciones tremolan en los mástiles de los grandes transatlánticos, barcos, veleros, yates y balandros…

En el Malecón, a todo lo largo del mar, puede disfrutarse del más hermoso panorama de la ciudad; la exquisita avenida es una inacabable fuente de placer, tanto para el visitante como para el residente. Cada tarde, las más ricas y aristocráticas familias de la Habana, pasean por el Malecón en sus lujosos automóviles.

Mujeres hechiceras, elegantemente vestidas, pueden verse saludando a sus amigos, con sus graciosos y encantadores modales criollos. Y finalmente, desde el Malecón, como de ninguna otra parte, se admira el espectáculo incomparable de los crepúsculos tropicales.

Un gran escritor y viajero latinoamericano, Francisco M. Olaguíbel, ha descrito de este modo nuestras puestas de sol: “El cielo reluciente como una caldera en el horizonte, donde penetra casi imperceptiblemente en el océano, ciega casi, por su intensidad, al espectador. Enrojece, como si se reflejaran las llamas de alguna vasta conflagración delante de una diáfana cortina, oscureciendo, a medida que se aleja del centro. “Primeramente, un violento carmín, como pétalos de un clavel gigantesco; luego un tímido rojo, tenue como el primer anuncio del crepúsculo; después el amarillo sedoso de una túnica de mandarín; y finalmente, pasando de tonalidad en tonalidad, un suave ámbar, un pálido violeta, un lila, un verde tierno, hasta que todo se reduce a un gris uniforme. “Al mismo tiempo el mar, también, varía de color de instante en instante: del suave turquesa, pasa al zafiro brillante, al azul de pavo real de piedras de Damasco, y al final, se sume en el negro de los velos funerales…. Pero, al recibir el beso de las luces acariciadoras, las aguas temblorosas, vibran junto a las orillas; hay una momentánea gama de blancos, como flores de azahar, trémulos y frágiles como encajes venecianos… Las aguas adelantan y retroceden, calmosas por momento, y otras presas de temblor; reluce como una inmensa extensión de satín, acariciada por los ágiles dedos del viento.”

Otro bello paseo es el Prado, ahora llamado Paseo de Martí, que se inicia en el Malecón, y termina en el Parque Central, donde se encuentra la estatua de José Martí, el Apóstol y Mártir de la Libertad Cubana. El Parque está rodeado de teatros, hoteles y palacios.

La Avenida de Carlos III, con su estatua del monarca español que le dio su nombre, ofrece un admirable aspecto, con la nueva iglesia del Sagrado Corazón en un extremo, y el Castillo del Príncipe en el opuesto.

La Habana está bien dotada en lo que se refiere a teatros de primera clase. El Teatro Nacional —suntuoso y magnífico—, es uno de los mayores del mundo. En su escena, la ópera y el drama alternan con la comedia y revista; Payret, otro teatro de grandes dimensiones; Martí, dedicado a opereta y frivolidades; el Principal de la Comedia; el Teatro Regina, dedicado a la comedia ligera, e innumerables cinematógrafos, tales como Campoamor, Fausto, Prado, Riviera, y otros muchos en los distintos barrios.

Las principales instituciones bancarias, cada una de las cuales posee vastos edificios, son el National City Bank of New York, Banco del Comercio, Banco de Nova Scotia, Royal Bank of Canadá, Chase National Bank, First National Bank of Boston, Canadian Bank of Commerce, N. Gelats and Co., y Mendoza y Compañía.

Entre los palacios del gobierno, se encuentran: el Palacio Presidencial, Palacio Municipal, Senado, Cámara de Representantes, el Instituto de Segunda Enseñanza, la Universidad Nacional, hoy espléndidamente reconstruida, restaurada y ampliada, y el Gobierno Provincial, que fué un suntuoso y antiguo palacio criollo, perteneciente a una aristocrática familia habanera.

Hay en la Habana amplios terrenos de baseball, con excelentes diamantes, donde se celebran desafíos muy interesantes entre los mejores jugadores cubanos y americanos. Y ya es sabido que los cubanos han dado verdaderas estrellas al baseball, no solo en Cuba, sino en los Estados Unidos.

Hay dos frontones de Jai Alai (la pelota vasca) interesantísimo deporte, que requiere mucha habilidad. Fuertes competencias se entablan entre jugadores traídos especialmente de España, cada año.

Un soberbio Hipódromo, Oriental Park, uno de los mayores de este hemisferio, está admirablemente emplazado, y rodeado de bellos panoramas, llenos de árboles y plantas tropicales. Allí hay siempre un excelente track, con caballos de carrera procedentes de los mejores establos de los Estados Unidos y Cuba.

A las carreras asiste la élite de la sociedad cubana, y todas las personalidades notables que visitan a Cuba. También hay un excelente campo de polo, y amplios terrenos de golf en el Country Club y el Hotel Almendares.

La Playa de Marianao es la más popular y favorecida de las playas cubanas, durante el verano, por su cercanía a la ciudad. Medios de comunicación muy fáciles, conducen al visitante hasta ella, atravesando algunos de los más bellos Repartos.

Los hoteles están provistos de todos los adelantos modernos, y no dejan nada que desear al más refinado huésped, aunque éste intente entablar comparaciones con los mejores Hoteles de Europa y Estados Unidos.

En lo que se refiere a cabarets y restaurants, la Habana está bien dotada también. El magnífico Casino de la Playa ofrece el triple atractivo de restaurant, baile y juegos de azar. También se encuentra el Hotel Almendares, con sus cenas bailables, y los roof gardens del Sevilla Biltmore y el Plaza, y muchos otros.

Paralelamente a la singular intensidad de su vida comercial e industrial, en estos últimos años, la Habana disfruta de una vida social tan refinada y completa como cualquier gran capital americana o europea, poseyendo muchas asociaciones aristocráticas y clubs alojados en edificios espléndidos.

El Habana Yacht Club de la Playa de Marianao, donde se celebran regatas entre crews cubanos y extranjeros; el Vedado Tennis Club, dedicado al tennis y otros juegos; el Jockey Club, en conexión con las carreras de caballos; el Polo Club, el Club de Cazadores y el Miramar Yacht Club, de reciente creación. Entre los clubs de hombres, el Unión Club, que posee un bello palacio, merece especial atención. No deben echarse en olvido, por su grandiosidad y riqueza, los magníficos palacios que poseen algunas de las sociedades regionales españolas, como el Casino Español, Centro de Dependientes, Centro Gallego, Centro Asturiano y otras, así como el American Club y las múltiples sociedades deportivas, sociales y benéficas que existen repartidas por los diversos barrios de la ciudad.

Esta posee admirablemente dotados y atendidos sus servicios de limpieza de calles, plazas y paseos; sanatorios con magníficos hospitales nacionales como el Calixto García y Mercedes; municipales, como el Hospital de Emergencias y Freyre de Andrade; Casas de Socorro en todos los barrios y varias magníficas clínicas particulares; creches y asilos nocturnos, para pobres desvalidos, unos, y para ancianos, ya de pertenencia municipal, ya de iniciativa y sostenimiento privado otros; servicio de incendios, a cargo del Municipio, muy bien dotado y eficaz, con las más modernas bombas, extinguidores y demás aparatos, de tracción mecánica, y varios grandes cuarteles y estaciones auxiliares.

El intenso tránsito que existe en la Habana se realiza y regula por medio de millares de automóviles de alquiler y particulares, tranvías, guaguas y ómnibus, que ponen en comunicación no sólo los barrios unos con otros, sino también la ciudad con los pueblos vecinos y con toda la Isla, de Oriente a Occidente, gracias a varias líneas y empresas ferrocarrileras y tranvías eléctricos. La magnífica Estación Terminal es el principal centro de reunión y partida de esos servicios de comunicación.

Cuenta la Habana con servicios de cables al extranjero, telégrafo y teléfono automático para la comunicación interurbana, con toda la República y con el extranjero, así como por radio y telegrafía sin hilos.

Innúmeras líneas de vapores facilitan las relaciones comerciales y de viajeros con todos los países de la tierra y con los demás puertos de la Isla y servicio aéreo con los Estados Unidos.

Dos observatorios astronómicos y climatológicos, el Nacional y el de Belén, expertamente dirigidos y admirablemente dotados, prestan utilísimos servicios no sólo científicos sino también de seguridad a los habitantes de toda la República y a los viajeros y líneas de vapores, en la época de los ciclones, avisándoles anticipadamente de la formación y direcciones de estos terribles meteoros para que se tomen las precauciones necesarias.

En el orden cultural y educativo, la Habana cuenta con numerosas instituciones oficiales y particulares, como la Universidad e Instituto, que ya citamos, Escuelas Normales, Escuelas de Artes y Oficios, Academias de Artes y Letras, de la Historia, de Ciencias, de Pintura y Escultura, Museo Nacional José Martí. Sociedades de Pintores y Escultores, de Ingenieros, de Arquitectos, de Derecho Internacional, Sociedad Económica de Amigos del País, Colegio y Círculo de Abogados, Ateneo, Club Atenas, Universitaria, Institución Hispano Cubana de Cultura, Pro Arte Musical, Orquestas Sinfónica y Filarmónica, Academia y Banda Municipal, Conservatorios, Federación y Círculo Médico, Sociedad de Estudios Clínicos, Bibliotecas Nacional, Municipal, del Instituto, de la Sociedad Económica, del Senado y la Cámara y otras muchas. Aparte de los Colegios Municipales y privados, destacánse entre estos últimos, por los grandes edificios que poseen, los de Belén, La Salle y otros.

Establecimientos comerciales e industriales de todas clases, montados a la altura de los primeros, más adelantados y lujosos y bien surtidos de Europa y América.

Numerosos periódicos diarios y revistas semanales y mensuales se publican en la capital, contando los primeros con modernísimas maquinarias, amplios servicios informativos con el extranjero y espléndida presentación tipográfica, al igual que los diarios que existen en las grandes capitales de Europa y Norte y Sur América, contando además, algunos, con palacetes propios. Debemos citar entre los principales diarios, los siguientes: Diario de la Marina, El Mundo, El País, Heraldo de Cuba, La Prensa, La Discusión, Diario Español, Heraldo Comercial, La Lucha, Mercurio, La Noche, The Havana Post, El Universal, y otros. De las revistas, figuran en primera línea: Social, Carteles, Bohemia, La Semana, La Política Cómica, El Fígaro, Cuba Contemporánea, El Hogar y otras de carácter técnico o consagradas a determinadas especialidades  comerciales, literarias, artísticas o científicas, debiéndose citar, entre ellas a las revistas de la Facultad de Medicina y Letras y Ciencias, “1928“, Revista Bimestre Cubana, Boletín del Archivo Nacional, y otras.

 Como capital de la República, es la Habana residencia oficial del Presidente y en ella se hallan instaladas las Secretarías del Despacho: Estado, Justicia, Gobernación, Hacienda, Instrucción Pública y Bellas Artes, Guerra y Marina, Agricultura, Comercio y Trabajo y Comunicaciones. Senado, Cámara de Representantes, Tribunal Supremo, Audiencia.

Seis Juzgados de Primera Instancia de l9 Clase, cuatro Juzgados de Instrucción y cuatro Correccionales de Primera Clase, diez Juzgados Municipales, tres Zonas Fiscales. Estados Mayores del Ejército y la Marina, Tribunal Superior de Guerra y Marina, Puestos, Fortalezas, Cuarteles, Castillos y Baterías, Escuela de Cadetes del Ejército. Junta Central Provincial y Municipal Electoral, Junta de Educación y cinco Registros de la Propiedad, de primera clase y 161 Notarios Públicos, según los últimos datos oficiales por la Oficina Nacional del Censo, la cual también nos da a conocer el rápido crecimiento de población que ha experimentado la Habana, pues, mientras al comenzar la República en 20 de mayo de 1902, tenía 242,055 habitantes; en 1919, 363,506 y en la actualidad más de 580.797.

Desde el 24 de febrero de 1927 es Alcalde de la Ciudad de la Habana, por elección popular, el Dr. Miguel Mariano Gómez y Arias.

 

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