El baile en La Habana de 1841

Por: Francisco González del Valle
En: La Habana en 1841

El baile era, indiscutiblemente, la diversión favorita de los habaneros en la época que estamos describiendo: amantes de la música, del regocijo y del bullicio, era natural que, dentro de la vida todavía un tanto patriarcal de la ciudad, viesen en el baile, como ejercicio y como espectáculo, su pasatiempo predilecto. Bailar y ver bailar eran cosas de que no se cansaban jamás nuestros conciudadanos de 1841.

Todas las piezas teatrales llamadas de verso terminaban siempre con un baile, y había tres grandes sociedades de recreo en las cuales, además de conciertos y representaciones dramáticas, se ofrecían frecuentes bailes. En el teatro de Tacón se daban, durante la época del Carnaval, y en otras ocasiones, previo permiso especial, bailes públicos concurridísimos. En el café de Marte y Belona, y en la fonda y hotel El Recreo también se daban bailes públicos; en casas particulares se ofrecían con frecuencia reuniones con baile a las amistades, y de tiempo en tiempo también se efectuaban bailes de gran gala, ofrecidos por las autoridades. Esta importancia del baile en la vida habanera la hacía resaltar el cronista del Noticioso y Lucero, en febrero 18, diciendo:

Los nuevos espectáculos públicos, especialmente el baile, pusieron sesenta mil pesos más en circulación en estos últimos días. Consideradas, pues, mercantilmente, las modas y las diversiones públicas son para nosotros cuestiones vitales…

En marzo 21 abundando sobre lo anterior, refería el Diario de ¡a Habana que: el último baile de máscaras se había celebrado el domingo 14 del mismo mes, por la noche, en el Teatro de Tacón, destinándose su producto a la religión y a la instrucción primaria, y que había producido muy cerca de $7,000. Y continuaba diciendo:

En el carnaval que ha terminado se han verificado los bailes siguientes: tres en la academia de Declamación, dos en la Sociedad Filarmónica, tres en la Habanera, dos en la de Santa Cecilia, cuatro en el Teatro de Tacón para el empresario, y cuatro en el mismo para obras públicas. Total: diecinueve bailes. Los cuatro últimos, que fueron, uno para la Casa de Beneficencia y los tres restantes para la nueva parroquia de San Lázaro y el fondo de las escuelas gratuitas que sostiene la Sociedad Patriótica, produjeron sobre $15,000; el baile del 14 dejó $6,861.

He aquí algunos detalles de dichos bailes:

En el Gran Teatro de Tacón el 7 de marzo se anuncia el baile del domingo de La Vieja o sea Da. Beatriz de la Vista Varia; la mitad del producto para las escuelas gratuitas de la Sociedad Patriótica y la otra para terminar la ermita del barrio de San Lázaro. Entrada 8 rls.—D. H., mar. 4, p. 4.

En el Gran Teatro de Tacón se efectuó un baile el tercer día de carnaval, que duró hasta el Ave María. Se tocó la contradanza La Valentina, única novedad importante, de Tomás Vuelta.— D. H., 4 mar., foll.

El domingo de Piñata, en Tacón, se efectuó un baile que produjo cerca de 4,000 pesos, como incentivo había una rifa de 12 onzas de oro.—D. H., 4 mar., foll.

Poco después, en abril 25, anunciaba:

Gran baile en el salón del Capricho, Calzada de San Lázaro número 55, el domingo 25 de abril; empezará a las 8 y durará hasta el alba.

Y en junio 19 decía el mismo periódico:

Gran baile de máscaras la noche del 24 del presente, con la aprobación del Gobierno. Dará principio a las 8 en punto y durará hasta el toque del Ave María. La orquesta dirigida por el célebre profesor Brindis, ejecutará infinidad de danzas y valses, algunos nuevos. El profesor Isidoro estará hecho cargo del primer clarinete.

Respecto de los bailes en sociedades particulares de recreo, uno de los tres celebrados, según nota anterior, en la Academia de Declamación y Filarmonía de Cristina, se había efectuado —refiere el D. H. de 4 de marzo—, el sábado 27 de febrero, y “entre los disfraces había tres sílfides“.

Para estos bailes se anunciaba, como se ve en D. H., 8 de marzo, p. 3, en la cuadra de San Salvador de Orta, lo mismo que en los almacenes de papel de Mercaderes esquina a Obispo, y en la plaza Vieja, calle de la Muralla, la venta de “máscaras de alambre, con los ojos y la boca abiertos, de mujer con crespos naturales, de hombres con bigotes y patillas, de viejos y viejas“.

Las piezas bailables que entonces se usaban eran: la danza (contradanza principalmente), el vals, la galopa y las piezas de cuadro; respecto al vals y la galopa advertían y recomendaban los cronistas de la época que debían bailarse más moderadamente, atendiendo a las circunstancias del clima; el del N. L., en 25 de octubre, se alegra de que el rigodón progrese.

Había por lo menos tres almacenes de música y no pocos eran los músicos que se dedicaban a componer contradanzas, danzas y valses, todos arreglados de acuerdo con algún acontecimiento destacado, reflejando por tanto las costumbres, y lo que era del momento, al punto que no hay acontecimiento público que no quedara grabado en un vals o contradanza, los que tienen, pues, un gran valor folklórico. Los autores de tanta música bailable se llamaban Tomás Vuelta y Flores, Clemente Peichler, Claudio Brindis y Ulpiano Estrada. En el capítulo dedicado a la música, ofrecemos una relación de las composiciones musicales impresas de que hallamos mención en la prensa de aquel año.

De este año del 41 son los libritos de baile o souvenirs, que se citan en los diarios de la época. Arcadio, el redactor del Mosaico Cubano en el Noticioso y Lucero, habla por primera vez, el 18 de marzo, de que había visto dicho librito por habérselo enseñado una señorita y lo describe así:

Un libro pequeñito con cubierta de marfil, cuyo uso debía generalizarse en nuestros bailes. Contiene a más de unas láminas graciosamente dibujadas, varias hojas con algunos números cada una y rotuladas con las palabras danzas, valses y galopas, en donde la que lo posee debe escribir el nombre del galán con quien tenga comprometida tal o cual pieza de baile.

Había también una academia de baile, de paga, dirigida por D. Juan Fargas, nombrada Safo, y situada en Compostela N° 137 entre Sol y Luz, donde se daban las clases de 7 a 9 ½ de la noche, según nota del F. Y., de lo de diciembre; y un profesor de baile, D. Domingo Serpos, en Merced No 12, que aparece anunciándose en el D. H. de 21 de febrero.

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