Mensaje por el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil (2 de abril 2015)

Alberto_Hernandez_SanchezPalabras de Alberto Hernández Sánchez en el homenaje por el 210 aniversario del natalicio de Hans Christian Andersen

2 de abril de 2015

Jardín Ecológico (calle Mercaderes, Habana Vieja)

“Hecho por encargo”

Al caer la tarde, ya estaba a punto de darme por vencido cuando sobre el papel apareció la primera palabra. “¿Pero solo una? -pensé” Y de prisa se me apareció otra palabra. Otra. Otra.  Otra más. “Vas mejorando -me dije-. Esto ya es una oración.” Pero a punto de aplaudir se me apareció otra oración. Otra. Otra. Otra más. “¿Y ahora? -me preocupé- ¿Con cuantas oraciones me  bastará?

Desde hace un mes se anunció con bombos y platillos que este año yo escribiría el comunicado por el día de la literatura para niños y jóvenes. Por supuesto, me emocionó la lección. Todos esperaban que yo sacara la cara lo mejor posible. Fue por eso que esta mañana Ta Julián me tiró de la sábana.

– Despiértate -me dijo-. ¿Escribirás o no, el comunicado?

Quise justificarme por la demora y frunció el ceño. Quise volver a taparme, cerrar los ojos, dormir una hora más y volvió a destaparme. Un negro viejo tiene más historias que años, más años que trucos.

– ¿Y tu compromiso? -me dijo- Se empañará, si no cumples lo que prometiste. ¿Qué pensará de ti la luna?

Un negro viejo tiene más trucos que regaños.

– Ya se que me esperan -le dije dejándome vestir a su antojo-. ¿Realmente es necesario ponerme todo esto?

Me miró y sonrió. Sonriendo, me enderezó la capa y el sombrero.

– Eres un Griot -comentó orgulloso, mirándome de arriba a abajo y de abajo a arriba-. Tuya es la responsabilidad de luchar contra el olvido.

Esta mañana Ta Julián desapareció dejándome tres pedacitos de coco que, luego de volar por los aires, cayeron para convertirse en niños. Al saludar, esos niños se convirtieron en otros niños que saludaron y también se multiplicaron. Entre saludo y saludo, se me llenaron los oídos de “Holas”, se me llenaron los ojos de guiños, se me llenaron las manos de tibieza. Pero mi esperado comunicado no daba señales de existencia en ningún lado. Enseguida pensé que, si yo realmente era un Griot, podía mover las orejas, pestañear más rápido y hasta aplaudir con las yemas de los dedos. Hice todo a la vez y, aun así, mi comunicado brillaba por su ausencia. “¿Defraudaré a todos? -me sorprendió la pregunta-. ¿Y mi  compromiso con los niños y mis colegas? ¿Qué hora es? “

Mientras pasaba el tiempo, las tres preguntas se me repetían cada vez más alto. Y Ta Julián que no aparecía. ¿Aun estaba molesto? ¿Si la luna se enfada, perderá el brillo? El tiempo seguía pasando y el truco de los niños seguía multiplicándose. Yo estaba rodeado de niños que me miraban, que me apresuraban.

–  ¿Qué hora es?

Al caer la tarde, ya estaba a punto de darme por vencido cuando se me apareció la primera palabra. Seguidamente surgió la segunda con más prisa. La tercera palabra que llegó quería a toda costa ser la primera. De repente, ante mis ojos se había formado una hermosa oración. Y como ella no quería estar sola,  brotó otra. Fue la tercera oración quien me hizo comprender que debía aprovechar la oportunidad. Y lo hice.

Hablando de oportunidades y de hacer, desde que me eligieron, siempre dije que mi comunicado sería breve y redondito. Así que me acomodé las ropas, el sombrero y respiré profundo antes de empezar a leer en voz alta. Así, las palabras y las oraciones de mi comunicado comenzaron a salir de mi boca y a revolotear sobre mi cabeza. Alas y más alas. Con su aletear conocí que después del horizonte siempre hay otras tierras, aprendí que en las diferencias puede florecer la igualdad, observé los caprichos de los frutos y las flores, vi el sufrimiento de los hombres por causa de su egoísmo, lamenté que a pesar de todos los descubrimientos, seguimos creyendo que somos el centro del mundo. Alas y más alas. Pero el sonido de ellas resultó menor que el aplauso de quienes, en silencio,  me prestaban toda su atención. Siempre yo había escuchado que, al final de todo comunicado,  quedaba una idea lista para convertirse en una pregunta. Una pregunta a la espera de su imprescindible respuesta. También yo había entendido que la  sorpresa era su mejor aliada. Y mira que una alianza es redonda saltando de mano en mano. ¿Entonces, también es un juego? Por eso, hice la mejor de mis reverencias cuando me tocaron el hombro:

– Perdone -fue la luna-. Se le olvidó decir que leer es un acto de conquista.

Alberto Hernández Sánchez
23 de marzo de 2015

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